jueves, 31 de octubre de 2024

LA GUERRA DE GAZA SEGÚN LA VERSIÓN DE HAMÁS

 No decimos nada nuevo si afirmamos que hoy en día, en pleno siglo XXI, uno de los principales focos de tensión en la geopolítica internacional, más allá de la guerra de Ucrania, generada por el deseo de Rusia de volver a resucitar algo similar al antiguo imperio soviético perdido con la Perestroika, en su antiguo territorio de influencia, o, en otro orden de cosas, el constante conflicto entre la República Popular China y Estados Unidos por el dominio económico de todo el planeta, procede del área de Oriente Medio. La tensión entre palestinos e israelíes en lo que un día fue Tierra Santa; la proliferación del terrorismo de carácter islamista, en los países árabes y también en el mundo occidental; o el propio debate entre oriente y occidente, entre democracias liberales y dictaduras teocráticas, está en el germen de todo ese conflicto, que ha venido a desmentir en las últimas décadas, ya lo he dicho en este mismo blog en repetidas ocasiones, al politólogo norteamericano Francis Fukuyama y su teoría del “final de la Historia”.

Comprender el origen de esos focos de tensión, por otra parte, resulta complicado para todos los que no somos expertos en el tema, entre la multitud de artículos periodísticos publicados y los debates de televisión, hasta el punto de que muchas veces nos resulta difícil identificar a los verdaderos expertos de aquellos que sólo repiten, de manera más o menos acertada, lo que otros han dicho otros. Y es que, entre tantos supuestos expertos y otros que verdaderamente sí lo son, muchas veces nos resulta complicado saber quién tiene la razón en un conflicto internacional, si es que, de verdad, es uno el que tiene toda o casi toda la razón, que casi nunca es así. En la guerra de Ucrania, por ejemplo, puede parecer sencillo poder deducir que Rusia es el país invasor, mientras Ucrania ha sido el país invadido. Pero, ¿qué ocurre en el caso de la franja de Gaza y, más allá de ello, en la posterior extensión del conflicto a Libano, Hizbolá e incluso Irán?

Según un cuento tradicional hindú, que ha sido recogido por algunos escritores europeos, entre otros el historiador, economista y politólogo escocés James Mill, existía una vez, en una ciudad de la vecina Afganistán, una ciudad lejana en la que todos, absolutamente todos sus habitantes, estaban ciegos. Un día, les llegó la noticia de que iba a llegar a la ciudad un elefante, y tuvieron curiosidad por saber cómo eran los elefantes, pues nunca los habían visto. Por ello, cuando llegó el paquidermo a la ciudad, ellos enviaron una comisión de tres mensajeros para que se encontraran con él y pudieran saber cómo eran a través del sentido del tacto. Cuando el primer mensajero se acercó al elefante tocó su trompa, y el hombre pensó que éste era un gusano enorme que se mantenía enhiesto, en posición vertical. Cuando el segundo mensajero llegó al elefante tocó una de sus piernas, y el hombre llegó a la conclusión de que éste era como una columna. Y cuando llegó al animal el tercer mensajero, tocó una de sus orejas, y el hombre creyó que el nuevo animal que habían conocido era similar a un abanico. La conclusión, la moraleja del cuento, es bastante clara: en ocasiones, cuando nos acercamos a una realidad, no existe una verdad total y absoluta, sino que ésta es, realmente, una suma de verdades parciales. Y más, como es el caso, cuando se trata de complicados asuntos de geopolítica contemporánea.

Por ello, para intentar conocer al elefante en su totalidad y no sólo una parte del elefante, es por lo que me atrevo a comentar el libro del politólogo jordano Tareq Baconi, “Hamás. Auge y pacificación de la resistencia palestina”, que en realidad es una reedición de un libro anterior de este mismo autor, que ha vuelto a ser publicado a raíz de las acciones del pasado mes de octubre, en las que un numeroso grupo de terroristas de Hamás atacó desde los túneles de la franja de Gaza varias ciudades del sur de Israel, provocando en su ataque varios miles de asesinatos y un número superior a los doscientos secuestros. Este texto es en un intento de acercar al lector el problema palestino desde el punto de vista del grupo terroristas, al que, por cierto, dista mucho de definir como un grupo terrorista, que lo es, al menos, desde el punto de vista occidental, dando prioridad a su posicionamiento como un grupo político, que es mayoritario dentro de Gaza.

Antes de nada, y para que no haya dudas entre los lectores, quiero dejar clara cuál es mi postura en el conflicto, una postura que, por otra parte, ya he clara antes en alguna otra entrada del blog (ver “Un libro para entender el conflicto judeo-palestino: Israel, la tierra más disputada, de Joan B. Culla y Adriá Fortet”, 22 de mayo de 2024). Sin embargo, ningún conflicto, éste tampoco, es dual entre buenos y malos, entre blancos y negros, y conviene ser analizado desde todas sus perspectivas, también desde el punto de vista del contrario, para poder llegar a comprenderlo en todos sus términos. Y por ello, y dejando de lado ahora la posición israelí en el conflicto, ya analizada en el libro de Culla y Fortet, quiero analizar ahora el conflicto desde el punto de vista del combatiente palestino, y que el libro de Baconi, escrito a partir de la propia documentación generada por Hamás, y por diversas entrevistas realizadas por el autor a algunos de sus dirigente, es una buena forma de hacerlo.

Dicho todo ello, hay que tener en cuenta que no se puede identificar, en puridad, al grupo Hamás con el pueblo palestino, tal y como también reconoce el propio autor del libro. Por este motivo, también hay que diferenciar las diferentes maneras de vivir el conflicto con Israel por los diversos grupúsculos palestinos, asentados tanto en la propia franja de Gaza como en Cisjordania o en otros países de la zona, y también, y es algo que muchas veces se nos olvida, desde el de los palestinos asentados en el propio territorio de Israel o en la misma Jerusalén Este. Y es que, en los últimos años, desde Cisjordania, más afín a la propia Autoridad Palestina, los palestinos han sido bastante más comprensivos cuando, desde Israel, se ha intentado hacer una política relativamente pacificadora, mientras que en Gaza, más afín con Hamás y con otros grupos violentos, la política ha sido diametralmente opuesta, y eso es algo que también reconoce el autor del ensayo.

Así, Hamás se ha caracterizado históricamente por su selección a la hora de realizar atentados terroristas de carácter masivo, muchas veces con decenas de muertos y, a veces, centenares de heridos. Muchos de esos atentados eran realizados, además, en momentos muy críticos, cada vez que se iniciaba un proceso de paz, y con el fin de intentar descarrilar el proceso. Por otra parte, un error de concepto de Hamás, y en ocasiones también del propio Baconi, es pensar que únicamente los palestinos tienen derecho a ocupar el territorio en conflicto. No se trata de intentar identificar aquí las claves que se hallan en el origen del conflicto entre judíos y palestinos -algo que tampoco intenta el politólogo jordano, y que sí se hacía en el libro de Fortet y Culla-. Sin embargo, sí se hace alusión en el texto al famoso lema de Hamás: Palestina, del río al mar. Un lema que tanto ha sido repetido también por gran parte de la izquierda europea, sobre todo española, sin llegar a comprender en toda su importancia lo que las palabras significan realmente: la desaparición completa y absoluta del estado de Israel, y su sustitución por un nuevo estado palestino que abarcará todo el territorio en conflicto.

Por todo ello, y más allá de intentar comprender la posición palestina, no resulta extraño que, ya en 1997, Estados Unidos incluyera a Hamás en la lista de organizaciones terroristas, y de forma paralela con otras organizaciones similares, como la más peligrosa Hizbolá, por su capacidad de armamento, que opera principalmente desde el sur del vecino país del Libano. Y también, como es sabido, de forma paralela al paulatino reconocimiento de la Autoridad Palestina como verdadero y único interlocutor del pueblo palestino. Por ello, también, y a pesar de la crudeza de los sucesos del 7 de octubre, en los que un grupo de guerrilleros de Hamás cruzaron la frontera de Gaza para invadir territorio israelí,  provocando entre la población civil  un total de mil cuatrocientos asesinatos, además de varios miles más de heridos, y unos doscientos diecisiete judíos secuestrados, muchos de ellos fallecidos posteriormente, la violenta respuesta del gobierno de Israel fue dirigida, al menos en un primer momento, sólo contra la franja de Gaza, dominada por los propios terroristas de Hamás, que no dudan es utilizar a los civiles palestinos en su propio beneficio, usándolos, incluso, como escudos humanos, y dejando libre de ataques, sobre todo en un primer momento, al territorio de Cisjordania.

Y es en parte por este mismo motivo también, por el que el propio Israel, la única democracia existente en la zona, como ya es conocido, cuenta con algunos aliados también entre algunos países árabes del entorno, como Jordania, tal y como puso de manifiesto el ataque posterior de Irán contra Israel, con misiles y drones, el pasado mes de abril. En este sentido, si el escudo defensivo de Israel, la llamada Cúpula de Hierro, actuó de manera positiva, impidiendo que el grueso de los misiles y de drones alcanzara los objetivos israelíes desde el país de los ayatolás, posibilitando que apenas se produjera sola víctima, y además un palestino que fue alcanzado por los restos de un misil que anteriormente había sido destruido, la propia Jordania ayudó a Israel a repeler el ataque mediante la decisiva actuación de sus fuerzas aéreas.



lunes, 21 de octubre de 2024

UN NUEVO LIBRO SOBRE DOCUMENTACIÓN HISTÓRICA: EL MONASTERIO DE LA CONCEPCIÓN FRANCISCA DE CUENCA

No es muy usual que un escritor vea publicados, en el breve plazo de unas pocas semanas, hasta tres libros, y más cuando se trata de un tipo de lectura que no cuenta con un número demasiado elevado de posibles lectores, como es el caso de la recuperación de documentos históricos. Esto es lo que le ha pasado a la protagonista de esta entrada, que no es otra que la investigadora María de la Almudena Serrano Mota, licenciada en Geografía e Historia y, al mismo tiempo, directora del Archivo Histórico Provincial de Cuenca desde hace ya algunos años. En otra entrada anterior ya hablábamos de sus dos libros anteriores, que aparecieron en el breve lapso de unos pocos días (ver “Dos libros de Almudena Serrano Mota sobre la historia del Archivo Histórico Provincial de Cuenca y sobre la Real Casa de Santiago de Uclés”, 19 de julio de 2024). En esta ocasión, voy a comentar su última monografía, que tanta relación guarda con los otros dos textos citados, hasta el punto de que ha sido publicado, también, por la misma institución investigadora que había sacado a la luz a la otros dos, la Real Academia Matritense de Heráldica y Genealogía. En esta ocasión, la responsable de nuestro archivo ha venido también a divulgar una parte de la documentación que se conserva en el mismo, en esta ocasión la relativa al monasterio de la Concepción Francisca  de Cuenca, las populares “monjitas” del convento de la Inmaculada Concepción de la Puerta de Valencia, correspondientes al arco temporal comprendido entre los años 1498 y 1886.

Según se puede leer en  muchos lugares, el monasterio de la Inmaculada Concepción de Cuenca fue fundado en 1504 por Álvar Pérez de Montemayor, canónigo que era en ese momento de la catedral primada de Toledo, pero que era oriundo de Cuenca, a una de cuyas principales familias pertenecía. En la ciudad del Júcar se había fundado apenas unos años antes,  en 1484, el primer convento de esta nueva orden, en el llamado Palacio de Galiana, por doña Beatriz de Silva. Ésta había sido dama portuguesa que había sido  de la reina Isabel de Portugal, esposa del rey Juan II, en cuya compañía había llegado a Castilla en la década de los años cuarenta. Para la fundación contó primero con la ayuda de Isabel la Católica, y más tarde con la del papa, Inocencio VIII, quien reconoció la creación de la nueva orden  en 1489. De esta forma, el convento conquense se convirtió en la segunda fundación concepcionista, y a ella le seguirían algunas fundaciones más, en ocasiones por la propia influencia del monasterio conquense, tanto dentro la propia diócesis (Villarejo de Fuentes, Belmonte, Priego, Moya,) como fuera de ella.

Pero cabría hacernos una pregunta, relacionada con la propia fundación del monasterio. ¿Cuál es la fecha que se debe utilizar como fundación de una casa de estas características, la de la creación de todos los elementos precisos para la vida en la comunidad, o la del momento en la que se produce esa efectiva vida en comunidad de las monjas? En este sentido, y para el caso concreto de las monjas concepcionistas de Cuenca,  el primer documento que habla de la creación del monasterio está fechado ya el 24 de septiembre de 1498: se trata de la “licencia y consentimiento para la fundación del monasterio de la Concepción Franciscana de Cuenca, otorgada por fray Juan de Tolosa, vicario provincial de la vicaria observante de Castilla”, de los franciscanos. Sin embargo, la fecha tomada oficialmente como fundación del convento, 1504, se corresponde con la terminación de las obras en el nuevo monasterio, de cuya fábrica nos ha llegado la sencilla y hermosa portada, obra de Pedro de Alviz -que, por cierto, ha debido ser restaurada en cestos días por la restauradora Mar Brox, después del absurdo atentado sufrido este verano, cuando un loco provocó en el interior del templo un incendio que pudo haber causado daños mucho más importantes . El mismo año en el que están datadas la llegada de las primeras monjas a la comunidad, y la aprobación definitiva de ésta, por parte del pontífice español Alejandro VI -Rodrigo de Borja, o Borgia-.

A este respecto, podemos leer en la contraportada del libro lo siguiente: “El 24 de septiembre de 1498 se puso por escrito, en Toledo, la decisión de fundar en Cuenca.. . Álvar Pérez de Montemayor, canónigo de la iglesia toledana, fue el fundador y primer patrono. En 1504 se obtuvo la autorización papal y, rápidamente, se facilitó el espacio en el que se ubicaría el convento, lugar donde estuvo la ermita de la Santísima Trinidad. El fundador otorgó bienes dotales de diferente tipo y, además, retuvo en el patronazgo la facultad de poder nombrar y presentar ocho religiosas sin dote, hecho que ocasionó numerosos pleitos entre las monjas y los patronos durante el siglo XVII y XVIII, por las adversas circunstancias económicas, en que se vieron envueltas las religiosas, como consecuencia de la crisis económica generalizada.”

Sobre esta profusa documentación, sobre la relativa a la primera fundación del convento, entre la que destaca el testamento del fundador, en el que figura, entre otros asuntos de interés, la decisión de hacerse enterrar en la capilla mayor de la iglesia conventual, frente al altar, en un sepulcro que fue realizado por el entallador flamenco Diego de Flandes, en 1512, y que desapareció en el transcurso de las obras realizadas en el siglo XVIII por José Martín de Aldehuela -realizado en alabastro, según parece, contaba con la imagen yacente del propio fundador, acompañado por un paje-, es de lo que trata este libro. Y también,  sobre el resto de los documentos que formaban parte del propio archivo de la institución, custodiados actualmente por la propia Almudena Serrano en la institución que ella dirige. Documentos relacionados con las heredades y apeos que fueron conformando el importante patrimonio que tenía la comunidad, un patrimonio que, a pesar de todo, y debido a la fuerte crisis en la que estaba sumida la ciudad, como el resto del viejo reino de Castilla, no impedía que las monjas pasaran también por ciertos momentos de penuria, que también se reflejan en toda esa documentación.

Son interesantes, también, los documentos relativos a la presentación de nuevas monjas por parte de los patronos, un patronazgo que en 1572 pasó a manos de la familia Cañamares, por medio, primero de Alonso González Teruel de Cañamares, quien, en ese momento, era a su vez canónigo del cabildo conquense. Este había sucedido en el patronazgo por el fallecimiento de Juan Pérez de Teruel Montemayor. Es sabido que, en la alta sociedad conquense de entresiglos, los apellidos Montemayor y Teruel se confunden en una misma familia, en un posible intento, quizá, de ocultar entre sus miembros una descendencia de judíos conversos que, en realidad, fue bastante usual entre las más importantes familias conquenses de la época. No es casualidad, por ello, que en el escudo heráldico del fundador, que todavía se conserva en una de las fachadas del edificio, aparezca la imagen de un toro pasante.

Es de especial interés, por otra parte, toda la documentación relativa al siglo XIX, una etapa difícil, como es sabido, para cualquier comunidad de este tipo, en tanto en cuanto tuvieron que pasar las monjas por diferentes vicisitudes relacionadas con la implantación en el país del sistema liberal, y por las políticas desamortizadoras que afectaron a todos los bienes eclesiásticos. De esta forma, en mayo de 1836, las monjas se vieron obligadas a realizar una serie de inventarios de los bienes que poseía la comunidad, en el que figuraban un buen número de fincas, tanto en la capital como en varios pueblos de la diócesis, los bienes muebles e inmuebles que poseían las monjas, incluidas obras de arte, y también todo tipo de riquezas en juros y créditos contra el Estado. Documentación que ha llegado hasta nosotros, y que se conserva también entre los fondos del Archivo Histórico Provincial.

Y aunque la documentación conservada, como ya he dicho, llega sólo hasta los últimos años del siglo XIX, la autora del libro recoge también algunos testimonios orales relacionados con los años de la Guerra Civil y la primera posguerra;. Un interesante capítulo de la historia de este convento, uno de los más antiguos de Cuenca, que, a modo de epílogo, nos hace reflexionar en la necesidad que tiene el historiador, como depositario que es del pasado, a través de los documentos que hasta nosotros nos han llegado -y que no siempre son documentos escritos-,  de alejarse de las presiones que recibe -quizá, más potentes que nunca, aunque parece una contradicción en un sistema democrático como éste en el que nos encontramos, al menos en teoría-, por parte del conjunto de la sociedad y, sobre todo, de todos los espectros del caleidoscopio político actual.


Para escuchar esta entrada en tipo podcast, pinchar en el siguiente enlace:

MONASTERIO DE LA CONCEPCIÓN FRANCISCA DE CUENCA