jueves, 23 de noviembre de 2017

La ceca de Cuenca, a través de sus monedas

Antes de que Cuenca fuera conquistada por el rey Alfonso VIII en 1177, existía en la ciudad una fábrica de moneda, instalada posiblemente en el barrio del Alcázar, que acuñó varias monedas bajo el nombre de los reyes taifas de Toledo. Las monedas que allí fueron hechas llevaban como marca de fabricación el nombre en árabe de la ciudad, y de ellas sólo conocemos dos acuñaciones. Ambas pertenecen a la familia de los Bendunúm, que provenientes de tierras conquenses, del reino semiindependiente de Santaveria, en el actual término de Cañaveruelas, sobre las ruinas de la antigua Ercavica, fueron proclamados reyes de Toledo, y cuyas fronteras ampliaron. La primera de esas monedas es un medio dinar de oro fabricado durante el reinado de Ismail Adafil, muerto en el año 1044. La otra, un dírhem de plata de Yahia Alcadir (1074-1085), último rey moro de Toledo, pues fue durante su reinado cuando entraron en la ciudad las tropas de Alfonso VI de Castilla.

ACUÑACIONES CRISTIANAS

A partir de la conquista de Cuenca por Alfonso VIII, no tardó mucho tiempo  el rey castellano en ordenar la acuñación de moneda en la ciudad. De aquella época se conservan dos dineros de vellón que sólo se diferencian entre sí en la marca de la ceca, pues mientras en uno de ellos aparece la palabra CUENCA inscrita con todas sus letras, en la otra sólo figura la inicial y una estrella, indicando así que la ciudad en la que fue acuñada pertenecía al nuevo reino de Toledo.
El siguiente rey que acuñó moneda en Cuenca fue Alfonso X (1252-1284), que mandó hacer un óbolo de vellón, con un cuenco al pie del castillo, que figura en el reverso, como marca. También mando hacer dos dineros del mismo metal, que sólo se diferencian en la marca de fabricación, pues mientras uno lleva inscrito el nombre entero de la ciudad, en el otro sólo aparece la ciudad.
Su sucesor, Sancho IV (1284-1295), sólo ordenó la acuñación de un cornado de vellón, llamado así porque presenta en el anverso la cabeza coronada del rey. Esta moneda está marcada con un cuenco y una estrella.
También su Hijo Fernando IV (1295-1312) mandó la acuñación de dos pepio-nes de vellón, moneda equivalente a medio dinero. Ambas monedas se dife­rencian de nuevo en la marca de ceca: mientras en una aparece el cuenco, en la otra es la luna en cuarto menguante la que la representa, marca raras veces empleada en nuestra ciudad.
Alfonso XI (1312-1350), el ganador en la batalla del Salado, también acuñó moneda en Cuenca. Ordenó la fabricación de tres cornados de vellón con la cabeza coronada del rey en el anverso y en el reverso, bajo un castillo, la marca de fabricación, que es para cada una de las monedas de un cuenco; dos estrellas y un cuenco; y dos cuencos y una estrella, respectivamente.
Cuando estalló la guerra entre Pedro I y Enrique II, su hermanastro, Cuenca estuvo de parte de este último, donde, según la leyenda, le nació un hijo bas­tardo. Ello se refleja en sus monedas, pues sólo las hay acuñadas con el nombre del primero de los Trastamara (1369-1379). Este rey ordenó la fabricación de dos reales de vellón, que se diferencian entre ellos en la figura del anverso y otra vez en la marca de fábrica: mientras en uno aparece la figura coronada del rey y una C gótica, en la otra figura su anagrama y un cuenco. También ordenó la acuñación de un cruzado y un cornado, ambas con la marca del cuenco.
Enrique III (1390-1406) ordenó la acuñación de una única moneda. Es una blanca de vellón que, con la leyenda en ambas caras de "Enricus Dei gracia rex", figura en el reverso el león y en el anverso el castillo y la marca de ceca, de nuevo el cuenco.
También   Enrique   IV (1454-1474) acuñó moneda en Cuenca. Éste hizo varias acuñaciones de vellón: dineros (cuatro tipos distintos, diferenciados por la marca), blancas (tres tipos), medios de cuartillo (dos tipos), cuartillos (dos), y cuartos de real (dos), medios de real (dos) y reales (una sola acuñación, marcada por el cuenco y la C). También bajo este rey se hicieron las primeras acuñaciones de oro de la Cuenca cristiana. Estas son dos monedas, ambas con el cuenco, de uno y medio castellano.
El príncipe Alfonso de Ávila acuñó en Cuenca un cuartillo de vellón. Éste presenta en el anverso la cabeza coronada del príncipe, y en el reverso, bajo un castillo, la marca de fabricación.
 Durante el reinado de los Reyes Católi­cos (1474-1504) el cuenco se alarga y se transforma en cáliz, lo que ha originado el actual escudo de la ciudad. Estos reyes acuñaron distintos tipos de blancas y de monedas de dos y cuatro maravedíes, medio real y un real, todas ellas de vellón, diferenciadas entre sí por el valor y también por algunos detalles. En este metal hay que destacar también una moneda de octavo de real, de forma cuadrada, y que sólo fue acuñada en nuestra ciudad. Presenta en cada cara los anagramas de ambos reyes. En oro se acuñaron dos monedas, de ducado y doble ducado, con los bustos de ambos reyes mirándose entre sí en el anverso y el escudo del nuevo reino de España en el reverso.


ACUÑACIONES BAJO LOS AUSTRIAS

            El emperador Carlos I acuñó durante su reinado, junto con su madre Juana (1506-1516), un escudo de oro, marcado con un armiño, que presenta en el anverso el escudo del emperador y en el reverso una cruz potenzada entre cuatro lóbulos. Desde finales de la centuria anterior, la fábrica de la moneda estaba instalada en la plaza de la Merced, en las casas que habían sido donadas para tal fin por la familia Hurtado de Mendoza. Por otra parte, en el año 1524 se recibió en la ciudad una real provisión por la que se obligaba a los monederos conquenses a que ayudaran a la Justicia local en los pleitos en los que ésta se viese implicada, y nunca a un caballero particular.
            Felipe II (1556-1598) hizo diversas acuñaciones de blancas y de monedas de dos, cuatro y ocho maravedíes, y dos escudos.
            Las primeras monedas de Cuenca que presentan año determinado de fabricación son del reinado de Felipe III 1598-1621). Existen monedas acuñadas entre 1599 y 1619, de dos, cuatro y ocho maravedíes, y de uno y dos reales.
            Felipe IV (1621-1655) hizo en Cuenca diversas acuñaciones de dos, cuatro, seis, ocho, doce y dieciséis maravedíes, cuatro y ocho reales, y dos escudos. Sabemos que en el año 1652 era tesorero de la casa de la moneda de Cuenca don Alejandro Justiniano, caballero de la orden de Santiago y Guarda Mayor de la ciudad, y que por ello lo fue también del servicio de coste y consumo de moneda de vellón.
            Carlos II (1665-700) sólo hizo una acuñación de dos maravedíes en el año 1680, que presenta en el anverso el castillo, y el león en el reverso.
  


EL FINAL DE LA CECA

            Muerto el rey Carlos II estalló en España una de sus muchas guerras civiles, la de la Secesión, si bien en ese caso, en realidad, se trataba más bien de una guerra total a nivel europeo, en la que participaron todas las potencias del continente con el fin de dirimir, más allá del futuro rey de España, el nuevo orden europeo. Los dos pretendientes al trono español eran Luis Felipe de Anjou, hijo del delfín de Francia, y el archiduque Carlos, hijo a su vez de Leopoldo I, emperador de Alemania. Cuenca permaneció siempre fiel al primero, lo que le costó diversos saqueos e incendios, así como los títulos de Fidelísima, Noble y Heroica, otorgada por el nuevo rey Felipe V después de haberse alzado con el triunfo en el conflicto. Este rey acuñó aquí monedas de dos maravedíes, y de medio, uno y dos reales.
            Sin embargo, Felipe V fue el último monarca que acuñó moneda en Cuenca. El 30 de abril de 1728 este rey ordenó el cierre de su casa de la moneda, que para entonces ya había sido trasladada a su nuevo emplazamiento, en la ribera del Júcar y junto al puente de San Antón, en un edificio que después, a finales de la centuria, serviría como fábrica de tapices, adscrita a la Real Fábrica de los Cinco gremios de Madrid, y que en incendió totalmente en 1954. Las máquinas fueron desmontadas y llevadas a Madrid, donde fueron entregadas al marqués de Feria.

Gaceta Conquense, del 11 al 17 de julio de 1987