domingo, 8 de noviembre de 2020

Un documento inédito sobre el convento hospital de San Antonio Abad

 

               Fue a mediados del siglo XIV cuando se estableció en Cuenca la comunidad de los frailes antoneros, o de San Antonio Abad, con el fin primordial, como había sido así también en otras ciudades europeas en los años anteriores, de atender a los enfermos acosados por diferentes enfermedades infecciosas, y en concreto y sobre todo, a aquellos que padecían la enfermedad llamada ergotismo o herpes zoster. Conocida a popularmente, por ese vínculo que durante mucho tiempo tuvo con la orden mencionada, como “fuego de San Antón”, “fiebre de San Antón” o “fiebre del infierno”, se trataba de una enfermedad que estaba causada por la ingesta de alimentos contaminados por diferentes micotoxinas producidas por la existencia en estos de hongos parásitos, y en concreto, y si nos referimos a la Edad Media, por el llamado ergot o cornezuelo, que normalmente suele crecer en los cereales en mal estado, principalmente en el centeno, y también en menor medida, en la cebada o el trigo. Este hongo, al ser ingerido por el ser humano, provoca en él una sustancia denominada ergotamina, que deriva en ácido lisérgico, el cual puede producir alucinaciones y convulsiones, y en situaciones de mayor gravedad, puede llevar incluso a la necrosis de los tejidos, y en situaciones límites, a que las extremidades terminen gangrenándose, llegando a producir en estos casos el fallecimiento.

Fue ésta una enfermedad muy tenida y usual en algunos momentos de la historia, por la dificultad de conservar en buen estado los alimentos, y por las graves consecuencias en las que podía derivar. Así, para intentar mejorar la calidad de vida de los que habían sido afectados por ella, Gastón de Valloire, un noble oriundo de la región francesa del Delfinado, en Arlés, fundó en 1095 la orden de los Hermanos Hospitalarios de San Antonio Abad, o Antoneros. Desde Arlés, la orden se fue extendiendo en los años siguientes por otras comarcas de Francia, y más tarde también al resto de Europa, de manera que entre los siglos XII y XIII se habían instituido ya dos grandes encomiendas en Castilla y en Navarra, con sedes principales en Castrojeriz, en la provincia de Burgos, y en Olite, respectivamente, ésta última también con extensiones en el reino de Aragón, y ambas con diferentes casas dependientes establecidas en diversos lugares de dichos reinos. En 1777, el papa Pío VI la unió canónicamente a la orden de Malta, pero una sucesión de acontecimientos terminaría por provocar su extinción de la orden en toda Europa: la Revolución Francesa, en 1789, que le llevó a perder sus últimos monasterios en el país vecino; el breve pontificio de 1791, firmado por el mismo prelado a petición de Carlos III, que originó la desamortización de todos sus bienes en España; y el proceso de mediatización y secularización de todos los territorios soberanos alemanes, que se llevó a cabo en el Sacro Imperio Germánico a principios de la centuria siguiente.

               En Cuenca, el convento-hospital de San Antón se fundó en 1345, bajo la advocación del propio santo ermitaño y el patronazgo de la Virgen del Puente. A partir de este momento se fue desarrollando en el espacio que había sido elegido por los frailes antoneros para establecer su casa, extramuros de la ciudad y al otro lado del curso del Júcar, aguas abajo de la desembocadura del Huécar, una frenética actividad hospitalaria y espiritual, que llevaría, por una parte, a la instalación en las cercanías del convento de diferentes hospitales, de tamaño reducido y con carácter eminentemente asistencial y benéfico, como los de San Lázaro y San Jorge, y por la otra, a un importante desarrollo de la devoción a la Virgen, fruto de la cual sería el nacimiento, en los siglos siguientes, de diferentes leyendas piadosas con una nota en común: el patronazgo de la Virgen sobre las tropas cristianas durante el cerco y la conquista de la ciudad a los musulmanes. Y ese crecimiento devocional, finalmente, sería el que a la postre terminaría por sustituir aquella original devoción mariana, del Puente, por la de la Virgen de la Lu; una devoción que si en los siglos XVI y XVII surge de manera bastante marginal en el devocionario conquense, terminaría por sustituirla definitivamente a lo largo del siglo XVIII.

En efecto, durante el siglo XV, la devoción de los conquenses por la Virgen del Puente estaba ya bastante extendida, tal y como se puede apreciar en la documentación conservada; también entre algunos de los miembros más destacados del cabildo diocesano, como en el chantre don Niño Álvarez de Fuente Encalada, quien había fundado el convento de religiosas benedictinas, que todavía se mantiene abierto, y que había mandado construir también, aguas arriba del Júcar, el todavía llamado Puente del Chantre, con el fin de evitar accidentes entre los ganaderos que en ese punto estaban obligados a cruzar sus rebaños entre una margen y otra del río. Todo llevó a los antoneros a ordenar una primera ampliación de la iglesia, que la llevó a cabo al finalizar el primer cuarto del siglo XVI, siendo comendador de la casa Cristóbal Agustín de Montalbo, testigo de la cual es la portada plateresca que todavía se conserva. Y una nueva ampliación se llevaría a cabo también a mediados del siglo XVIII, por José Martín de Aldehuela, el arquitecto que, llegado a Cuenca poco tiempo antes para construir la iglesia del oratorio de San Felipe, fue nombrado después maestro mayor de obras del obispado, terminando de esta forma por dar su carácter personal a la arquitectura religiosa barroca de la ciudad.

Sin embargo, no es mi intención trazar en este artículo una historia del convento hospital conquense de San Antonio Abad; quien desee adentrarse en esa historia, puede encontrarla en el genial trabajo del profesor Pedro Miguel Ibáñez Martínez, que fue publicado en 2011 por la Fundación de Cultura Ciudad de Cuenca, con la colaboración económica de la Caja Rural de Cuenca[1]. En este texto, por el contrario, sólo deseo presentar al lector cierto documento de archivo que está referido a esta casa-hospital, y que encontré hace algún tiempo entre los fondos del Archivo Histórico Provincial de Cuenca, en su sección notarial. El documento está fechado en 1782, unos pocos años antes de la supresión definitiva de la orden en España. Se trata de un poder firmado ante uno de los escribanos de la ciudad, José Félix de Navalón, por el comendador de la comunidad conquense, es decir, la máxima autoridad de la casa que la orden tenía en la ciudad de Cuenca, José López de Tejada, en favor de dos procuradores de la Real Chancillería de Granada, Salvador Cheverría y Sebastián Collantes. El motivo que había llevado al religioso a firmar el poder era permitir que ambos procudadores pudieran representarles, a él y al resto de la comunidad antonera, en el pleito que ésta mantenía contra el cabildo de Ánimas de San Gregorio, que había sido establecido en la iglesia parroquial de San Juan, a cuya jurisdicción pertenecía el hospital, y que estaba unido a la antigua hermandad y hospital de San Jorge. El proceso había sido originado por la obra que un tercero, el sacerdote Antonio Rojas, pretendía construir sobre un solar que era propiedad del hospital, pero que estaba en litigio desde algún tiempo antes con el mencionado cabildo de Ánimas. Transcribo a continuación el documento aludido:

“En la ciudad de Cuenca, a catorce días del mes de Mayo de mil settezientos ochenta y dos, ante mí el presente escribano y testigo infraescriptos, Don Frey Josef López de Tejada, comendador de la Real Cassa Obspital del Señor San Antonio Abad, sitto extramuros de esta ciudad, dijo que por cuanto haviéndose tomado conocimiento por el tribunal ordinario eclesiástico de ella y su obispado, en ciertas causas contra el mismo Real Ospital sobre denuncia de nueva planta hecha por Don Antonio Rojas, presbítero de nuestra ciudad, en un solar perteneciente a la propia Real Casa por un censo perpetuo como si fuera libre que le vendió el Cabildo tratado de San Jorge, unido al de Ánimas de San Gregorio del Magno, de esta referida ciudad, y reconocimiento subsidiario del indicado censo, y últimamente acerca de la entrega del valor del prenotado solar correspondiente al Ospital, se mandó retener por dicho tribunal eclesiástico, con ocasión de una nueba demanda que contra aquel y su comunidad puso el citado cabildo sobre pago pretendido de una supuesta consignación censitiva enfitéutica a su favor de doscientos maravedíes en diferentes casas, y entre ellas las del solar de la disputa, nol afianzando el otorgante sus resultas, con lo demás que aparece en unos y otros autos, los cuales a su solicitud por vía de fuerza se llevaron a la Real Chancillería de Granada, por cuya superioridad se declaró la hacía el juez eclesiástico en haber conocido en dichos autos, y mirando retenerlas en aquella corte, donde las partes usasen en su derecho como les combeniere, y por las del memorado Cavildo de las Benditas Ánimas a que está unido el citado de San Jorge, en efecto se puso demanda al mencionado Real Ospital y al otorgante, como su comunidad, acerca de que, de los bienes de su Real Cassa le pague los expresados doscientos maravedíes de dicha pensión anual, de que resultó darle traslado. Y por consecuencia de dicho cavildo por la misma Real Chancillería fue expedida en nuebe de abril último la correspondiente Real Provisión de emplazamiento, en término de quince días, refrendado de Don Francisco Anastasio Díaz de Morales, escribano de cámara de ella, que en el de ayer trece del corriente, se le hizo saber al otorgante por Juan Antonio López Malo, que lo es del número de esta ciudad. Por tanto, y con ratificación de cuanto en virtud del poder, y ante Martín González de Santa Cruz, otro de él, en diez y seis días de agosto del año pasado de mil settezientos setenta y nueve, hubiera pedido hecho y obrado en la expresada razón Don Salvador de Cheverría y Don Sebastián Collantes, procuradores en dicha Real Chancillería de Granada, a quienes le confirió: otorga el referido Don Frey Josef López de Tejada, a los mismos dos dusodichos juntos y a cada uno de por sí in solidum, les da y confiere este nuevo poder, tan cumplido como se requiere, para que a nombre del otorgante y representación de su persona como tal comendador, parezcan ante Su Majestad y señores Presidente y oidores de la referida Real Chancillería, y en contestación de la relacionada demanda puesta en aquella superioridad por dicho Cavildo de Ánimas en el explicado asumpto, pidan, aleguen y expongan cuanto hallaren y tuvieren por necesario y oportuno, hasta que se desprecien las solicitudes y pretensión de dicho cavildo, y consigan sentencia favorable hacia la mencionada Real Cassa Ospital de San Anttonio Abad, con condenación a costas a aquél, para cuyo logro y demás declaraciones a favor de dicha Real Casa, conforme al derecho y justicia que se le asiste, hagan presentes, pedimientos, alegatos, requerimientos, citaciones y protestas…”[2]

El documento continúa, en los mismos términos que es usual en un escrito de estas características, en los que nada se deja al azar, de cara a un enfrentamiento legal ante un tribunal, el de la Real Chancillería de Granada, que, como es sabido, tenía los efectos del tribunal supremo de Castilla, en todo tipo de asuntos relativos territorialmente a todo el sur del río Tajo; los referidos al norte de dicho río se veían en la Real Chancillería de Valladolid. Para conocer en qué terminó la causa aludida, habría que acudir probablemente a la documentación generada por el propio tribunal granadino. Nueve años más tarde, en 1791, tal y como ya hemos dicho, la orden sería suprimida en toda España. A partir de este momento, el edificio permaneció cerrado durante más de veinte años, hasta que, hacia el año 1816, sería reclamado al Estado por el Ayuntamiento de Cuenca, con el fin de hacer allí una nueva iglesia de patrocinio municipal. Pero esa será otra historia, suficientemente conocida al menos en algunas de sus particularidades.




[1] Ibáñez Martínez, Pedro Miguel, La iglesia de la Virgen de la Luz y San Antón y el Barroco conquense, Cuenca, Fundación de Cultura Ciudad de Cuenca, 2011.

[2] Archivo Histórico Provincial de Cuenca. Sección Notarial. P-1437.

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