jueves, 15 de marzo de 2018

El origen de la Semana Santa: la procesión del Jueves Santo


En estas fechas próximas a la Semana Santa, es conveniente recordar todo lo que se ha mejorado en el conocimiento de la historia de eta celebración que ahora se asoma al calendario conquense. En efecto, las investigaciones realizadas en los últimos años han sacado a la luz nuevos datos que han venido a demostrar la falsedad de una gran cantidad de mitos que antes se daban por sabidos. Sin embargo, todavía en algunas publicaciones nuevas siguen repitiéndose esos mitos como si fueran historia, y eso es algo que no sólo sucede en la prensa, sino también en algunas guías actuales, y en otras publicaciones a cuyos autores se les supone que deberían estar al día de los nuevos descubrimientos realizados. Por ello, considero interesante todavía, en estos días previos a la Semana Santa de este año, seguir insistiendo en la falsedad de todos esos mitos. Vuelvo, por ello, a incidir en asuntos claramente demostrados, por mí o por otros investigadores que han tratado el tema. Insisto, por ello, en un asunto como el origen de la Semana Santa, muchas veces tratado ya por los historiadores, pero que sigue sin estar demasiado claro, parece ser, entre un sector, cada vez más minoritario, es cierto, de los nazarenos conquenses.

Muchas veces hemos oído decir, hemos leído en alguna publicación de las que, sin demasiado rigor, tratan estos temas, que los trinitarios rivalizaron con los agustinos en la organización de las primeras procesiones de Semana Santa, encargándose los primeros de la procesión del Jueves Santo y dejando a los segundos la de la madrugada del Viernes Santo. Sin embargo, no hay ninguna prueba documental de la participación de los trinitarios en este desfile procesional: es más, sabemos que ésta, ya desde sus inicios, se halla vinculada, como en otros desfiles similares que se repitieron por toda la geografía española, a los franciscanos. Cuando los franceses incendiaron la ermita de San Roque, es a la iglesia de San Esteban a donde son trasladadas sus imágenes, y es a ésta a donde el Ayuntamiento tiene que pedirla, para ser trasladadas con carácter definitivo, la ermita de Nuestra Señora del Puente, una vez inaugurado el patronato municipal de este templo. Su primera sede, la ermita de San Roque, había sido destruida durante la francesada, y ésta, como sabemos, e hallaba hasta ese momento frente al propio convento franciscano. El origen de este mito debió estar sin duda en un error, causado por el hecho, esta vez cierto, de que, en un principio, cuando empezaba a desarrollarse la procesión “Camino del Calvario”, ambas órdenes religiosas, agustinos y trinitarios, rivalizaron por la concesión de dicha organización, logrando los primeros su objetivo.

            Hasta hace no demasiado tiempos, por otra parte, había venido afirmando en repetidas ocasiones que la procesión del Jueves Santo no se remonta más allá de principios del siglo pasado o, como mucho, finales de la centuria anterior. Los últimos trabajos publicados demuestran que, por lo menos desde principios del siglo XVII ya se celebraba la procesión: en 1611 la hermandad de la Vera Cruz (que, por otra parte, ya existía desde el siglo anterior) denuncia a su prioste del año anterior, por una deuda contraída con ella por valor cercano a los veinte mil maravedíes, suma elevada para la época. Por otra parte, al menos desde los años sesenta de la centuria anterior, la hermandad era conocida como cabildo de la Vera Cruz y Misericordia, y en este sentido debemos decir que la mayor parte de las hermandades de la Vera Cruz en España - ¿y por qué no, aunque no existe, o al menos yo no he hallado, documentación que lo demuestre, también la nuestra? - eran de este tipo: hermandades penitenciales surgidas para las procesiones de Semana Santa.

Paso de Jesús Nazareno,
del antiguo cabildo de la Vera Cruz

            Otro asunto a tener en cuenta es el relacionado con el tan manido origen gremial de nuestras más antiguas hermandades. No es que las últimas investigaciones hayan demostrado por completo el carácter gremial, pero es que se ha hablado mucho de ello, y muy poco, o nada, de la trascendencia que las ordenes de religiosos regulares tuvieron en ellas. Ya lo hemos visto en lo referente a la procesión actualmente llamada “Camino del Calvario” y su organización por parte de los agustinos. Pero, además, la investigación ha dejado claro que la procesión del Jueves Santo la empezaron a organizar los frailes franciscanos. El punto de inflexión entre ambos aspectos, entre el carácter gremial y la organización franciscana, por lo que se refiere a la hermandad del Paso del Huerto se refiere, incorporada desde el siglo XVII, al menos, a la cofradía de la Vera Cruz y Sangre de Cristo, puede ser un documento de mediados del siglo XVI, al que hace referencia Antonio Pérez Valero pero sin citar las fuentes, según el cual los franciscanos solicitan al Ayuntamiento conquense la revisión del antiguo gremio de hortelanos y labradores para celebrar con solemnidad la procesión del Corpus. Sin embargo, no he podido hacerme con el documento en cuestión, por lo cual no conozco los términos exactos de dicha petición, que podrían clarificar mucho la historia de esta hermandad. En todo caso, el pretendido origen gremial, en muchas de esas hermandades, o en casi todas, es falso.

            Hasta aquí hemos hablado mucho de la hermandad de la Vera Cruz, la antigua, y es hora de clarificar conceptos. Como se ha dicho, la hermandad del Paso del Huerto, como las de Jesús Nazareno, Virgen Dolorosa, llamada actualmente Soledad del Puente y quizá en sus primeros años Nuestra Señora de la Misericordia, y Paso de la Caña, estaban incorporados desde antiguo a la cofradía de la Vera Cruz y Sangre de Cristo. Sin querer entrar en ningún tipo de polémicas con la actual hermandad de la Vera Cruz que actualmente desfila el Lunes Santo, creo oportuno tratar este asunto que, aunque en apariencia ajeno a nuestra hermandad, lateralmente sí nos ocupa. Los fundadores de la nueva cofradía, a la hora de pedir a la Junta de Cofradías autorización para incorporarse a los desfiles de Semana Santa, adujeron que su pretensión era recuperar una hermandad conquense que había existido desde tiempo inmemorial y que había desaparecido en los albores del siglo XIX.

Ello es sólo en parte cierto. Es cierto que un libro de la hermandad de la Vera Cruz, conservado en el Archivo Diocesano, se cierra en 1810 con la petición de que se autorizara la supresión de esta por falta de hermanos y de haberes. Pero también es cierto que las cuatro hermandades que formaban parte del cabildo matriz siguieron desempeñando, pese a todo, la tradición que les había mantenido unidas, organizando en conjunto la procesión del Jueves Santo, hasta crear, poco después, la Archicofradía de Paz y Caridad, a la cual se unirían otras hermandades en los siglos XIX y XX. Se trata, pues, de la misma hermandad, que, si acaso desapareció en 1810, como tal documento parece afirmar, lo hizo sólo de manera temporal y puramente coyuntural, debido sólo a la difícil situación económica en la que le había dejado la invasión francesa.

A todo lo dicho hasta ahora, se le vienen a sumar también otras consideraciones que creo bastante clarificadoras del papel jugado por la hermandad de la Vera Cruz en los orígenes de la Semana Santa, y de la coincidencia que existe entre ésta y la actual archicofradía de Paz y Caridad:

            - En toda España, salvo muy raras excepciones, que lo hacían el Viernes Santo, las hermandades de la Vera Cruz desfilaban el Jueves Santo. En Cuenca también.

            - Aquellos que pretenden que pueda tratarse de dos institutos diferentes, aducen que en Cuenca había diferentes hermandades de la Vera Cruz, lo que no es cierto. El resto de las hermandades que tratan de venerar al sagrado instrumento del martirio de Cristo, que es cierto que abundan en casi todas las parroquias de la ciudad, no se denominan nunca de la Vera Cruz, sino de la Santa Cruz; el matiz es en sí mismo importante. Por otra parte, en sus listas de hermanos aparecen apellidos vinculados, en ese momento y en los años siguientes, a las hermandades de la Caña y del Paso del Huerto. Un estudio histórico de las otras dos hermandades que componían la cofradía proporcionar seguramente repetidos asimismo en este documento.

            -Es cierto que nada se dice en el documento sobre procesión del Jueves Santo, ni se menciona a las hermandades que formaban parte del cabildo. Sin embargo, todos sabemos que desde el siglo XVII, el propio cabildo había pasado por agudas fases de crisis, y no conocemos hasta qué punto éstas pudieron haberle afectado. Por otra parte, sabemos que, en muchas ocasiones, las actas no reflejan toda la historia de una hermandad. Si en el libro del Archivo Diocesano hubieran aparecido otro tipo de documentos, como las constituciones, su estudio hubiera sido sin duda más completo.

            Siempre hemos dicho que Cuenca es diferente, que nuestras procesiones son distintas a todas las demás, y de tanto gritarlo hemos llegado a creérnoslo. Sin embargo, los desfiles penitenciales de Semana Santa tienen en toda España, incluso fuera de ella, origen y procesos históricos semejantes. Si en algo somos diferentes, es en realidad en el paisaje, natural y urbano, pero eso es algo que está fuera de toda consideración científica. Aprendamos, pues, de lo que otros historiadores con más experiencia que nosotros ya conocen. Ello no quiere decir que debamos creer “a pies juntillas”, todo lo que ellos puedan decirnos: hay cosas que sólo son válidas para sus procesiones, y otros detalles que sí pueden ser propios de nosotros (sólo detalles). Pero será cuando nuestras procesiones hayan sido investigadas de verdad cuando llegaremos a conocer de verdad nuestro pasado.
Paso de la Virgen de la Soledad, 
del antiguo cabildo de la Vera Cruz

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