En
estas fechas próximas a la Semana Santa, es conveniente recordar todo lo que se
ha mejorado en el conocimiento de la historia de eta celebración que ahora se
asoma al calendario conquense. En efecto, las investigaciones realizadas en los
últimos años han sacado a la luz nuevos datos que han venido a demostrar la
falsedad de una gran cantidad de mitos que antes se daban por sabidos. Sin
embargo, todavía en algunas publicaciones nuevas siguen repitiéndose esos mitos
como si fueran historia, y eso es algo que no sólo sucede en la prensa, sino
también en algunas guías actuales, y en otras publicaciones a cuyos autores se
les supone que deberían estar al día de los nuevos descubrimientos realizados.
Por ello, considero interesante todavía, en estos días previos a la Semana
Santa de este año, seguir insistiendo en la falsedad de todos esos mitos.
Vuelvo, por ello, a incidir en asuntos claramente demostrados, por mí o por
otros investigadores que han tratado el tema. Insisto, por ello, en un asunto
como el origen de la Semana Santa, muchas veces tratado ya por los
historiadores, pero que sigue sin estar demasiado claro, parece ser, entre un
sector, cada vez más minoritario, es cierto, de los nazarenos conquenses.
Muchas
veces hemos oído decir, hemos leído en alguna publicación de las que, sin demasiado
rigor, tratan estos temas, que los trinitarios rivalizaron con los agustinos en
la organización de las primeras procesiones de Semana Santa, encargándose los
primeros de la procesión del Jueves Santo y dejando a los segundos la de la
madrugada del Viernes Santo. Sin embargo, no hay ninguna prueba documental de
la participación de los trinitarios en este desfile procesional: es más,
sabemos que ésta, ya desde sus inicios, se halla vinculada, como en otros
desfiles similares que se repitieron por toda la geografía española, a los
franciscanos. Cuando los franceses incendiaron la ermita de San Roque, es a la
iglesia de San Esteban a donde son trasladadas sus imágenes, y es a ésta a
donde el Ayuntamiento tiene que pedirla, para ser trasladadas con carácter
definitivo, la ermita de Nuestra Señora del Puente, una vez inaugurado el
patronato municipal de este templo. Su primera sede, la ermita de San Roque,
había sido destruida durante la francesada, y ésta, como sabemos, e hallaba
hasta ese momento frente al propio convento franciscano. El origen de este mito
debió estar sin duda en un error, causado por el hecho, esta vez cierto, de que,
en un principio, cuando empezaba a desarrollarse la procesión “Camino del
Calvario”, ambas órdenes religiosas, agustinos y trinitarios, rivalizaron por
la concesión de dicha organización, logrando los primeros su objetivo.
Hasta hace no demasiado tiempos, por
otra parte, había venido afirmando en repetidas ocasiones que la procesión del
Jueves Santo no se remonta más allá de principios del siglo pasado o, como
mucho, finales de la centuria anterior. Los últimos trabajos publicados
demuestran que, por lo menos desde principios del siglo XVII ya se celebraba la
procesión: en 1611 la hermandad de la Vera Cruz (que, por otra parte, ya
existía desde el siglo anterior) denuncia a su prioste del año anterior, por
una deuda contraída con ella por valor cercano a los veinte mil maravedíes,
suma elevada para la época. Por otra parte, al menos desde los años sesenta de
la centuria anterior, la hermandad era conocida como cabildo de la Vera Cruz y
Misericordia, y en este sentido debemos decir que la mayor parte de las
hermandades de la Vera Cruz en España - ¿y por qué no, aunque no existe, o al
menos yo no he hallado, documentación que lo demuestre, también la nuestra? -
eran de este tipo: hermandades penitenciales surgidas para las procesiones de
Semana Santa.
Paso de Jesús Nazareno,
del antiguo cabildo de la Vera Cruz
Otro asunto a tener en cuenta es el
relacionado con el tan manido origen gremial de nuestras más antiguas
hermandades. No es que las últimas investigaciones hayan demostrado por
completo el carácter gremial, pero es que se ha hablado mucho de ello, y muy
poco, o nada, de la trascendencia que las ordenes de religiosos regulares
tuvieron en ellas. Ya lo hemos visto en lo referente a la procesión actualmente
llamada “Camino del Calvario” y su organización por parte de los agustinos. Pero,
además, la investigación ha dejado claro que la procesión del Jueves Santo la
empezaron a organizar los frailes franciscanos. El punto de inflexión entre
ambos aspectos, entre el carácter gremial y la organización franciscana, por lo
que se refiere a la hermandad del Paso del Huerto se refiere, incorporada desde
el siglo XVII, al menos, a la cofradía de la Vera Cruz y Sangre de Cristo,
puede ser un documento de mediados del siglo XVI, al que hace referencia
Antonio Pérez Valero pero sin citar las fuentes, según el cual los franciscanos
solicitan al Ayuntamiento conquense la revisión del antiguo gremio de
hortelanos y labradores para celebrar con solemnidad la procesión del Corpus.
Sin embargo, no he podido hacerme con el documento en cuestión, por lo cual no
conozco los términos exactos de dicha petición, que podrían clarificar mucho la
historia de esta hermandad. En todo caso, el pretendido origen gremial, en
muchas de esas hermandades, o en casi todas, es falso.
Hasta aquí hemos hablado mucho de la
hermandad de la Vera Cruz, la antigua, y es hora de clarificar conceptos. Como
se ha dicho, la hermandad del Paso del Huerto, como las de Jesús Nazareno,
Virgen Dolorosa, llamada actualmente Soledad del Puente y quizá en sus primeros
años Nuestra Señora de la Misericordia, y Paso de la Caña, estaban incorporados
desde antiguo a la cofradía de la Vera Cruz y Sangre de Cristo. Sin querer
entrar en ningún tipo de polémicas con la actual hermandad de la Vera Cruz que
actualmente desfila el Lunes Santo, creo oportuno tratar este asunto que,
aunque en apariencia ajeno a nuestra hermandad, lateralmente sí nos ocupa. Los
fundadores de la nueva cofradía, a la hora de pedir a la Junta de Cofradías
autorización para incorporarse a los desfiles de Semana Santa, adujeron que su
pretensión era recuperar una hermandad conquense que había existido desde
tiempo inmemorial y que había desaparecido en los albores del siglo XIX.
Ello
es sólo en parte cierto. Es cierto que un libro de la hermandad de la Vera Cruz,
conservado en el Archivo Diocesano, se cierra en 1810 con la petición de que se
autorizara la supresión de esta por falta de hermanos y de haberes. Pero
también es cierto que las cuatro hermandades que formaban parte del cabildo
matriz siguieron desempeñando, pese a todo, la tradición que les había mantenido
unidas, organizando en conjunto la procesión del Jueves Santo, hasta crear,
poco después, la Archicofradía de Paz y Caridad, a la cual se unirían otras
hermandades en los siglos XIX y XX. Se trata, pues, de la misma hermandad, que,
si acaso desapareció en 1810, como tal documento parece afirmar, lo hizo sólo
de manera temporal y puramente coyuntural, debido sólo a la difícil situación
económica en la que le había dejado la invasión francesa.
A
todo lo dicho hasta ahora, se le vienen a sumar también otras consideraciones
que creo bastante clarificadoras del papel jugado por la hermandad de la Vera
Cruz en los orígenes de la Semana Santa, y de la coincidencia que existe entre
ésta y la actual archicofradía de Paz y Caridad:
- En toda España, salvo muy raras
excepciones, que lo hacían el Viernes Santo, las hermandades de la Vera Cruz
desfilaban el Jueves Santo. En Cuenca también.
- Aquellos que pretenden que pueda
tratarse de dos institutos diferentes, aducen que en Cuenca había diferentes
hermandades de la Vera Cruz, lo que no es cierto. El resto de las hermandades
que tratan de venerar al sagrado instrumento del martirio de Cristo, que es
cierto que abundan en casi todas las parroquias de la ciudad, no se denominan
nunca de la Vera Cruz, sino de la Santa Cruz; el matiz es en sí mismo importante.
Por otra parte, en sus listas de hermanos aparecen apellidos vinculados, en ese
momento y en los años siguientes, a las hermandades de la Caña y del Paso del
Huerto. Un estudio histórico de las otras dos hermandades que componían la
cofradía proporcionar seguramente repetidos asimismo en este documento.
-Es cierto que nada se dice en el
documento sobre procesión del Jueves Santo, ni se menciona a las hermandades
que formaban parte del cabildo. Sin embargo, todos sabemos que desde el siglo
XVII, el propio cabildo había pasado por agudas fases de crisis, y no conocemos
hasta qué punto éstas pudieron haberle afectado. Por otra parte, sabemos que,
en muchas ocasiones, las actas no reflejan toda la historia de una hermandad. Si
en el libro del Archivo Diocesano hubieran aparecido otro tipo de documentos,
como las constituciones, su estudio hubiera sido sin duda más completo.
Siempre hemos dicho que Cuenca es
diferente, que nuestras procesiones son distintas a todas las demás, y de tanto
gritarlo hemos llegado a creérnoslo. Sin embargo, los desfiles penitenciales de
Semana Santa tienen en toda España, incluso fuera de ella, origen y procesos
históricos semejantes. Si en algo somos diferentes, es en realidad en el
paisaje, natural y urbano, pero eso es algo que está fuera de toda
consideración científica. Aprendamos, pues, de lo que otros historiadores con
más experiencia que nosotros ya conocen. Ello no quiere decir que debamos creer
“a pies juntillas”, todo lo que ellos puedan decirnos: hay cosas que sólo son
válidas para sus procesiones, y otros detalles que sí pueden ser propios de
nosotros (sólo detalles). Pero será cuando nuestras procesiones hayan sido
investigadas de verdad cuando llegaremos a conocer de verdad nuestro pasado.
Paso de la Virgen de la Soledad,
del antiguo cabildo de la Vera Cruz