En
diferentes ocasiones, antes yo he escrito sobre distintos aspectos relacionados
con la Guerra de la Independencia en estas tierras de la provincia de Cuenca,
pero siempre le había hecho desde el punto de vista de los patriotas españoles.
En esta ocasión, voy a hacerlo desde el punto de vista de la prensa francesa, y
sobre todo, desde el propio Estado Mayor del ejército napoleónico, gracias a un
ejemplar de uno de los periódicos de ese país vecino, “Le Moniteur Universel”,
que he podido encontrar recientemente. Se trata del número 348 de dicha
publicación, correspondiente al domingo, 3 de diciembre de 1812. Publicado en
París, e impreso, tal como aparece al pie de su última página, en la imprenta
de H. Agasse, que estaba situada situada en el número 2 de la calle Poitevisn
de la capital francesa, el ejemplar consta un total de cuatro páginas del
tamaño que ha venido a llamarse tabloide, aunque un poco más extenso en su
longitud (28 x 46 cm.), formada cada una de ellas por un total de tres
columnas, y es en la tercera columna de su primera página, después de una serie
de informaciones que nos llevan a diversas ciudades europeas (Constantinopla,
Bucarest, Viena, Berlín, Cassel), donde aparece la referencia a la situación en
la que en ese momento se encontraban las tropas francesas que, con el propio
rey José I a la cabeza, se encontraban en ese momento atravesando, desde
tierras valencianas, la provincia de Cuenca, en dirección a la ciudad de
Madrid.
En
realidad, se trata de tres documentos oficiales, tres despachos remitidos por
el jefe del Estado Mayor del ejército de José I, el general Jeán-Baptieste
Jourdan, al ministro de la Guerra de Francia, Henri Clarke, duque de Feltre,
informándole de los movimientos quehabía dado el ejército francés en los días
anteriores, entre el 20 de octubre y el 9 de noviembre de ese año: Los tres
documentos están fechados respectivamente en Cuenca, Madrid y Salamanca, y a
ellos nos vamos a referir en tres entradas sucesivas de este blog. Y sin más
preámbulos, nos vamos a ocupar ya del primero, que está fechado en Cuenca el 25
de octubre. Dice lo siguiente el documento en cuestión:
“París, 12 de diciembre
Ministerio de Guerra
Ejércitos de España
Extracto de los despachos dirigidos a Su
Excelencia. Señor duque de Feltre, Ministro de Guerra, por el Señor Mariscal
Jourdan, Jefe del Estado Mayor de Su Majestad Católica.
Cuenca, 25 de octubre de 1812
Como tengo el honor de anunciarlo a Vuestra
Excelencia según mi carta del 18, el rey salió de Requena el 19 para ir a
Villalgordo.
El día 20, Su Majestad instaló su cuartel
general en La Pesquera. El paso del Cabriel es tan difícil que la noche del día
21 no se reunieron todas las tropas en La Pesquera. El día en que el rey llegó
a La Pesquera con su guardia, la división del general Treillard se reunió con
la del general Darmagnac en Campillo de Altobuey; la división del general
Palombini se había quedado en el Cabriel, para proteger el paso de las tropas.
El día 21, el rey se dirigió con su
reserva a Campillo de Altobuey; las divisiones Treillard y Darmagnac fueron a
Almodóvar del Pinar; la división Palombini permaneció en La Pesquera para
reunir a todas las tropas. El día 22, el rey instaló su cuartel general en
Solera (de Gabaldón), las divisiones Treillard y Darmagnac se trasladaron hacia
Olmeda de las Valeras; la división Palombini llegó a Almodóvar del Pinar.
El día 23, la división de Treillard avanzó
sobre Villar de Olalla, la reserva se dirigió a Valera de Arriba; la división
de Palombini fue a establecerse en Valera de Abajo, y el rey llegó a Cuenca,
con los caballos ligeros de la guardia y la división Darmagnac.
Su Majestad encontró aquí al conde de
Erlon, que había llegado allí el día 20 con la división del general Barrois,
una batería de cuatro piezas y la 27ª de cazadores a caballo y 7ª de caballería
ligera. El conde Erlon, en su marcha, se encontró ante él con las tropas de
Bassecourt, capturando a veintidós jinetes en el combate que su caballería mantuvo
con él en Valverde (de Júcar); al llegar a Cuenca, el conde de Erlon encontró
allí al Empecinado, que parecía querer defender la ciudad, pero el enemigo fue
rápidamente expulsado.
El día 24 llegó a Cuenca la reserva y la
división del general Palombini; ese mismo día el rey encomendó el mando
principal del ejército del centro al general Erlon.
El conde de Erlon comenzó, desde ayer, a
poner en movimiento a las tropas del ejército del centro. Mañana, la división
Darmegnac estará en Huete, la del general Barrois estará en Carrascosa (del Campo),
con la brigada de caballería ligera; la división de dragones, comandada por el
general Treilard, también estará en las cercanías de Carrascosa. La división
Palombini partirá mañana por la mañana de aquí, para regresar a Horcajada (de
la Torre), donde Su Majestad se propone pasar la noche; y la reserva no podrá
salir hasta mañana por la noche desde Cuenca, donde está muy ocupada
recolectando alimentos, pero llegará pasado mañana a Carrascosa, donde Su
Majestad se propone establecer su cuartel general.
El rey ha recibido noticias del duque de
Dalmacia; fue el día 20 en Belmonte, pero la retaguardia de su ejército aún no
había pasado La Roda. El duque de Dalmacia anunció que el general Hill iba
hacia Aranjuez. En el lado de Tarancón hay un cuerpo de tropas españolas a las
órdenes del general Elliot. Aún no sabemos dónde está Ballesteros, y no tenemos
noticias del ejército de Lord Wellington, por lo que aún no es posible predecir
si el enemigo defenderá la línea del Tajo.
El Empecinado se ha retirado a Priego.
Firmado, Jourdan”.
Para
comprender mejor la letra del documento, inédito hasta la fecha, conviene hacer
una pequeña referencia histórica a todos los personajes que son mencionados en
el escrito, así como a la situación real en la que en ese momento se encontraba
la guerra entre franceses y españoles. Así, nos encontramos ya en el último
trimestre de 1812, en el mes de octubre de ese año (aunque el periódico está
fechado a mediados de diciembre, como vemos, el escrito lleva fecha de 25 de
octubre, y hace referencia a los sucesos acaecidos durante las cinco jornadas
anteriores), cuando la situación ya
había dado un cierto giro en favor de las tropas españolas. En el verano de ese
año, después de la victoria de los aliados en la batalla de Arapiles, el propio
rey José I se había visto obligado a abandonar Madrid al frente de sus
ejércitos, y dirigirse en dirección a Valencia, dejando la capital abandonada,
en manos de los ingleses y de los patriotas españoles. Sin embargo, el 3 de
octubre se había dispuesto ya la contraofensiva francesa, después de una
reunión que el rey intruso mantuvo en Fuente la Higuera con los mariscales
Soult, Suchet y Jourdan, éste último jefe del Estado Mayor, y, como tal, autor
del despacho. Y ya en los días siguientes, el enorme ejército francés del
centro abandonaba definitivamente las tierras levantinas para, a través de la
provincia de Cuenca, intentar ocupar de nuevo la capital madrileña.
Y
respecto de los personajes citados en este texto, conviene destacar, sobre
todos los demás, las figuras del autor del escrito, el ya citado Jourdan, y del
destinatario de aquella misiva oficial, el ministro de la Guerra francés.
Jean-Baptiste Jourdan había nacido en Limoges, en el centro de Francia, en la
histórica región de Limosin (Nueva Aquitania), en abril de 1762, y se había
alistado en el ejército muy pronto, como era normal en aquella época, cuando
acababa de cumplir los catorce años, con el fin de servir en la Guerra de la
Independencia de Estados Unidos. Participó después en las primeras campañas
antimonárquicas, durante la Revolución Francesa. En 1793, cuando apenas había
cumplido los treinta años de edad, ya era general de división, y en 1794
participó en la batalla de Fleurus contra las tropas austro-holandesas, que
supuso la ocupación por parte de Francia de los Países Bajos Austriacos y la
retirada de las tropas aliadas hasta el otro lado del Rin. En los años
siguientes participó también en las campañas centroeuropeas, en Italia y en
Estiria. Durante la Guerra de la Independencia española fue la mano derecha del
rey José I, lo que le indispuso con el resto de los generales principales, más
devotos de Napoleón que de su hermano, el nuevo rey de España.
Por
su parte, el receptor del despacho de Jourdan era el propio ministro de la
Guerra, Henri Jacques Guillaume Clarke, primer duque de Feltre y primer conde
de Hunebourg. De padre irlandés, era de la misma generación que Jourdan, pues
había nacido en Landecries, cerca de la frontera con Bélgica, en 1765. Alumno
de la Escuela Militar de París, en 1782 era subteniente del regimiento de
Berwick, y diez años más tarde mandaba ya un escuadrón de caballería, siendo ascendidos
al año siguiente a brigadier, y ya en 1795, a jefe del Estado Mayor del
Ejército del Rin. Como Jourdan, también sirvió al emperador en la campaña
italiana, y más tarde en la Europa central, enlazando entre 1805 y 1806 los
cargos de gobernador en las importantes ciudades de Viena, Erfurt y Berlín. En
1807 fue nombrado por Napoleón ministro de Guerra, en sustitución de
Louis-Alesandre Berthier, haciéndose también con el control del ministerio de
Administración de Guerra, que durante la etapa de su antecesor había sido
independiente. Durante el periodo que se mantuvo al frente del ministerio logró
hacer fracasar la Expedición Walcheren, que en 1809 se había pretendido dirigir
desde Reino Unido contra la base naval que los franceses tenían en Amberes, y por
ello fue premiado por el propio Napoleón con el título de duque de Feltre. Pero
será a partir de 1813 cuando Clarke empezaría a ver debilitado su poder,
primero con el nombramiento de Pierre Antoine Nöel Bruno como ministro de
Administración de Guerra, volviendo así a separarse ambas carteras, y más
tarde, ya en 1814, ya durante el reinado de Luis XVIII, con su sustitución al
frente del ministerio de Guerra por Pierre-Antoine Dupont de l’Étang.
Y
respecto al resto de los militares nombrados en el documento, vamos a analizar
en primer lugar los generales franceses: Anne-François-Charles Treilliard,
quien había invadido Portugal en 1810, al frente de una división de dragones, a
cuyo frente participó después en las batallas de Majadahonda y Vitoria, antes y
después de los hechos narrados en este documento; León Claude Toussoint
Barthelemy, barón d’Armagnac, antiguo veterano también de las campañas contra
los rusos y los prusianos, distinguido al principio de la guerra en la acción
de Medina de Rioseco; Guiseppe Federico Palombini, de origen italiano, veterano
de la vieja República Cispadane, y después, de la República Cisalpina,
antecedentes directos de lo que más tarde sería el reino unido de Italia,
comandante de dragones en el ejército de Napoleón en las batallas de Kolberg y
Stralsund, y que terminaría combatiendo, después de 1814, junto a las tropas
austriacas; Jean-Baptiste Drouet, conde de Erlon, jefe del noveno cuerpo del
ejército de España y. más tarde, a partir de 1811, del quinto cuerpo del
ejército de Andalucía, y que mucho tiempo después, entre 1834 y 1835, sería
nombrado gobernador general de Argelia;
Pierre Barrois, quien también había participado en la batalla de
Friedland al frente de una brigada de infantería de línea; y Jean-de-Dieu
Soult, duque de Dalmacia, uno de los más brillantes generales de las tropas napoleónicas,
antiguo general en jefe de las campañas italianas del Piamonte, y jefe de la
guardia personal del emperador.
Es
precisamente éste último, Soult, duque de Dalmacia, el más importante de todos
los generales citados, y el que más veces se repite en el conjunto de los tres
escritos. En 1805 había contribuido decisivamente para obtener la victoria en
la batalla de Austerlitz, y después de participar activamente en las campañas
de Rusia y de Prusiafue nombrado general en jefe de las tropas francesas en
España, periodo en el que cometería numerosos actos vandálicos, y entre ellos,
el robo de importantes obras de arte e, incluso, el asesinato del obispo de
Coria, Juan Álvarez de Castro. Su enfrentamiento con el rey José I le alejó
temporalmente de España, participando en ese momento en la campaña del Rin,
aunque a partir de 1813, cuando la derrota francesa era ya un hecho, fue puesto
de nuevo al frente de las tropas invasoras. Derrotado en Pamplona y en San
Sebastián, y más tarde, también, en Orthez, al otro lado de los Pirineos, pudo
mantener, sin embargo, la ciudad de Toulouse, deteniendo así el avance de las
tropas españolas en el país vecino. Más tarde acompañaría a Napoleón, al frente
de su Estado Mayor, en su huida a la isla de Elba, hasta su derrota definitiva
en tierras belgas, en la batalla de Waterloo.
Respecto de los aliados,
en el documento se menciona varios jefes españoles e ingleses. Respecto a los
españoles, la figura de Juan Martín Díez, el Empecinado, quien, como hemos
visto, se encontraba en octubre en las cercanías de Cuenca, es suficientemente
conocida como para intentar hacer aquí una breve reseña de su figura. Por su
parte, al llegar el año 1812, Ballesteros, por su parte, era ya un líder
veterano en diferentes campañas por Castilla y Andalucía. Jefe del cuarto
ejército, se había opuesto firmemente al nombramiento de Wellington como
general en jefe de todos los ejércitos aliados. Finalmente, Luis Alejandro de Bassecourt, a
pesar de su nombre y apellido, y de su origen francés, ya era al inicio de la
guerra un veterano del ejército español, a cuyo país venía sirviendo ya desde
1783, cuando se había incorporado a la guardia valona, luchando primero en la
Guerra Grande del Rosellón, t más tarde, entre 1796 y 1799, en la Capitanía
General de Cuba, que en ese momento estaba regentado por su tío Juan Procopio
Bassecourt. Entre 1810 y 1811 había sido, además, capitán general de Valencia,
siendo obligado a abandonar la ciudad del Turia por el empuje de las tropas
francesas.
Y entre los ingleses,
tampoco hace falta presentar a Arthur Wellensley, duque de Wellington, general
en jefe de todo el ejército aliado durante los últimos años de la guerra.
Además de éste, el documento menciona a Elliot, menos conocido que los otros, y
Rowland Hill. Éste último había quedado al mando de la guarnición aliada en
Madrid una vez que la capital había sido abandonada por el rey intruso, aunque
muy pronto, como se verá en el segundo documento, se vería obligada a
evacuarla, durante la contraofensiva francesa, siendo obligado por los enemigos
a reunirse con las tropas de Wellington al otro lado del Guadarrama. Por su
parte, y respecto al otro general inglés citado, no hemos conseguido encontrar
referencia de ningún Elliot con este empleo en el ejército aliado, más allá de
un comodoro[1]
de la Royal Navy, presente en la península entre 1808 y 1813. También podría
tratarse de un error tipográfico o de identificación, cometido bien por el
propio Jourdan o, más posiblemente, por el impresor que hubiera copiado el
despacho. En ese caso, el documento podría referirse a un brigadier de apellido
Ellis, del que sabemos que formaba parte del ejército de Wellington, o, en todo
caso, el general español Francisco Javier de Elio, antiguo virrey de Río de la
Plata entre 1810 y 1812, que a partir de 1814 se haría famoso por su
colaboración en la persecución de los liberales. Durante la última etapa de la
Guerra de la Independencia, Elio fue general en jefe del segundo ejército,
operando en las provincias de Valencia, Murcia y Castilla la Nueva, y a partir
de enero de 1813, capitán general de los reinos de Valencia y Murcia.
[1]
Rango de la Armada británica, inexistente en la Marina española, que sería el
equivalente en ella al contraalmirante.