viernes, 1 de octubre de 2021

El filósofo Antonio Hernández será homenajeado por la Biblioteca Pública de Ceutí (Murcia)


Esta misma tarde, hacia las veinte horas, el Ayuntamiento de Ceutí (Murcia) va a homenajear al profesor y filósofo Antonio Hernández Sánchez, poniéndole a la Biblioteca Pública Municipal, en el marco de la reinauguración de dicho centro cultural, después de haber permanecido varios años cerrado debido a una completa restructuración de sus servicios; al acto, además, asistirá el director de la Biblioteca General de Murcia, el doctor en Filosofía Juan José Lara Peñaranda. El homenajeado, Antonio Hernández, nació en ese pueblo murciano, uno de los más importantes de la Vega Media del Segura, que cuenta en la actualidad con cerca de doce mil habitantes, y después de haber pasado casi media vida entre las aulas de diversas universidades españolas y francesas, primero como alumno y después como profesor, pasó más de la otra mitad en Cuenca, desde que llegara, a caballo entre los años setenta y ochenta, para ocupar el cargo de catedrático de Filosofía y Sociología de la entonces Escuela Universitaria de Magisterio, actual Facultad de Educación, de la Universidad de Castilla-La Mancha. Aquí, en la ciudad del Júcar, permanecía todavía, dedicado a sus quehaceres investigadores en diferentes campos de la Filosofía desde su jubilación como profesor universitario, cuando, el 25 de marzo del año pasado, 2020, falleció, convirtiéndose de esta forma en una de las primeras víctimas conquenses de esta dolorosa pandemia que nos ha tocado vivir, llamada Covid-19.

Después de haber realizado sus primeros estudios en Ceuti y en la capital murciana, Antonio Hernández Sánchez se trasladó a París, con el fin de licenciarse en Filosofía, y donde fue discípulo, entre otros, del antropólogo Claude Lévi-Strauss, y del filósofo fenomenólogo Paul de Ricoeur. Fue doctor en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor de Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid. Miembro durante un tiempo de la Asociación Católica de Propagandistas, fue profesor del CEU-Universidad de San Pablo, de Madrid, y finalmente, se trasladó a Cuenca como catedrático de Filosofía y Sociología de la Escuela Universitaria de Magisterio, pasando más tarde a impartir sus conocimientos en la Facultad de Ciencias Sociales, Ciencias de la Educación y Humanidades de la misma Universidad de Castilla-La Mancha, en el campus conquense, en la que ya había sido integrada, como una más de sus facultades, la propia Escuela de Magisterio, ahora como profesor titular de Historia de la Filosofía. Así mismo, fue también profesor en el centro asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, en la misma capital conquense.


Su amplia mirada europea y universalista, alejado siempre de todo tipo de nacionalismos, le llevó a estudiar a todos los grandes filósofos europeos del siglo XX: Jean-Paul Sartre, Michel Foucault, Gilles Deleuze, Jacques Derrida, Louis Althusser, Paul Ricoeur, Simone de Beauvoir…; con algunos de ellos había compartido aulas en la capital francesa, como compañero o como alumno aventajado. En este sentido, fue autor de varios libros y artículos de filosofía, antropología y ciencias de la educación: “Antropología y Ciencia” (Murcia, 1979), “Tres temas de antropología” (Cuenca, 1981), “Tres estudios sobre filosofía de la educación, psicología y psicosociología” (Cuenca, 1983), “Sociología de la cultura educativa” (Cuenca, 1984), “Didáctica y sociología” (Madrid, 1988), “La educación imposible” (Granada, 1999) y “La personalidad obediente” (Cuenca, 1999). Su “Sociología de la educación” fue traducida incluso al portugués, y publicada por la editorial Tex, de Río de Janeiro.

Sin embargo, su obra más personal está conformada por una serie de artículos publicados en seis volúmenes, que fueron apareciendo en los últimos quince años, en combinación con las ilustraciones de los cuadros de su esposa, la pintora conquense María Teresa Recuenco Escudero: “De pintar y escribir” (2006), “El terror de la belleza y otras divinidades” (2007), “La prosa de Acteón” (2008), “Biografemas” (2010), “La rosa de nadie” (2011) y “El jardín de Emily Dickinson” (2013). En ellos, los diferentes aspectos filosóficos que siempre preocuparon a Antonio Hernández, durante su larga vida intelectual, se combinan con su gran interés por el arte y la belleza, algo que no está presente sólo en los hermosos cuadros de María Teresa Recuenco, sino también en los propios textos del filósofo murciano-conquense. Y también, con su intimidad más profunda, a partir de unos textos más intimistas, cuajados de poesía, en los que se aprecia, por otra parte, la influencia que sobre él ejercieron algunos de sus poetas preferidos, especialmente el argentino Jorge Luis Borges y el greco-egipcio Constantino Cavafis.

También son dignas de destacar, en los últimos años, las tarjetas de felicitación de Navidad, en las que se unían también la obra pictórica de María Teresa y los pensamientos más relevantes de Antonio. Realizadas en la misma línea que esos últimos libros del filósofo y la pintora, siempre hacían las delicias de todas las personas que las recibían.



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