Viena, una ciudad para la historia
Hay ciudades en las que, más que poseer en su perímetro un número limitado de monumentos que atraigan la atención de los turistas y de los viajeros (no es lo mismo, por más que en este mundo demasiado globalizado nos lo pueda parecer), son en sí mismas todo un conjunto monumental, en el que cada calle, cada plaza, cada rincón, mantiene el dulce aroma de la historia. Éste es el caso de Viena, la vieja capital de los Habsburgo, la capital de un imperio en declive, casi moribundo, cuyo triste destino estuvo indisolublemente ligado al de la Primera Guerra Mundial. Cada calle, cada plaza, cada señorial fachada de la ciudad blanca, nos recuerda a un mundo, no tan remoto, de viejos archiduques, de príncipes del imperio, y el viento del invierno nos acerca desde el viejo Danubio, más gris que azul en realidad, el sonido de los valses de palacio. Aparentemente, Viena es todavía una ciudad del siglo XIX. El viejo imperio de...