sábado, 28 de diciembre de 2024

LA DESCENDENCIA CUBANA DE LA FAMILIA SANTA COLOMA

 Cuando escribí mi biografía sobre el general Federico Santa Coloma pude hacer un acercamiento a la genealogía de esta familia conquense, cuyas raíces en nuestra provincia se remontan, al menos, hasta los años finales del siglo XVII, cuando Jerónimo Santa Coloma, quien en ese momento era viudo de una tal María Carrascosa, contraía matrimonio, en 1693, en la localidad de El Pedernoso, con Clara López Gallego. Asentado el matrimonio en este pueblo manchego, y viudo aquél de nuevo en 1701, ese mismo año volvía a casarse por tercera vez, ahora con Catalina Calero. De estos dos últimos matrimonios -no nos consta que de su primer matrimonio, con María Carrascosa, Jerónimo Santa Coloma hubiera llegado a tener hijos-, nacería una abundante descendencia que, por razones familiares, iría extendiéndose en los años siguientes por muchos pueblos de la provincia, con diferentes ramas en un árbol genealógico que paulatinamente se fue complicando. Hay que tener en cuenta que muchos de los varones de la familia estuvieron ligados profesionalmente a la medicina rural, como sangradores o cirujanos, y, como era normal en aquella época, también al sacerdocio.

En este sentido, tiene especial importancia la descendencia surgida a partir se su tercer matrimonio, con Catalina Calero, pues de su anterior matrimonio con Clara López Gallego apenas nos consta el nacimiento de un hijo, llamado también Jerónimo, en 1696, en el mismo pueblo de El Pedernoso. Más extensa es la familia que nuestro primer protagonista tuvo con su tercera esposa, cuyo nombre completo nos consta ya a partir de la combinación de las diferentes partidas bautismales de los sucesivos hijos que tuvieron: María Catalina Calero Romero. De este matrimonio nacieron siete hijos,  todos ellos, también, en el mismo pueblo manchego: Jerónimo (otro, lo que hace suponer que en ese momento, 1702, ya había fallecido su hermanastro), Juan Narciso (1703), Blas Manuel (1706), Lorenzo (1708), Francisco Javier (1712), otro Francisco Javier (17l7, y también aquí debemos suponer el fallecimiento de su hermano homónimo, antes de haber cumplido los cinco años de edad) y Alfonso (1722).

A partir de este momento, el árbol genealógico de la familia Santa Coloma se vuelve mucho más tupido, destacando, con ramas que nacen, sobre todo, de tres de los hijos de Jerónimo Santa Coloma: Blas Manuel, el segundo Francisco Javier y Alfonso. De sus hermanos, salvo de Juan Narciso, quien se ordenó de Corona y Grados en 1719  -no sabemos si llegó a terminar una carrera eclesiástica, pues no he podido hallar su ordenación definitiva como presbítero, culminando así su carrera como sacerdote-, nada más he podido saber.

Más sabemos sobre la descendencia que tuvieron los otros tres hermanos citados. De Blas Manuel descendería, entre otros, el futuro general Federico Santa Coloma, y sobre él, y sobre otros miembros de su familia más directa, ya hemos hablado en otras entradas anteriores de este blog (ver “Eusebio Santa Coloma, un soldado conquense en Filipinas”, 26 de mayo de 2016; y “Perseguido por los dos bandos en la Guerra Civil: Manuel Santa Coloma Lafuente”, 12 de mayo de 2023). Del menor de todos ellos, Alfonso Santa Coloma, Vicente Santa Coloma, al que también hemos dedicado  aquí el espacio correspondiente (ver “Vicente Santa Coloma, moderado héroe de la Primera Guerra Carlista”, 19 de junio de 2016; y “El regimiento provincial de Cuenca y el pronunciamiento de Narváez”, 13 de abril de 2018). A nivel particular, quiero citar aquí, también, a un nieto de este Vicente Santa Coloma, Florencio Royuela Santa Coloma, vínculo que me une a mí también con esta familia (ver “17 de julio de 1936: una historia familiar”, 17 de julio de 2016).

Después de tantos años investigando a la familia, una casualidad ha hecho que vuelva a retomar este asunto de la genealogía familiar de este linaje, los Santa Coloma, del cual desciende también, como ya sabemos, una de las figuras más importantes de la cultura conquense de la centuria pasada, el poeta Federico Muelas. Y es que recientemente, el pasado 17 de noviembre, recibí un correo electrónico desde Cuba. Lo remitía Alejandro Rodríguez González, un cubano residente en La Habana, que decía ser descendiente de esta familia a través de una de las nietas de Blas Manuel, Ángela Santa Coloma, y me solicitaba más información sobre el linaje. El correo consiguió que volviera a interesarme por mi antigua investigación, y retomar lo que ya sabía sobre ella: que era hija de Luis Tomás Santa Coloma, quien había nacido en 1736 en el pueblo conquense de Pinarejo, a donde le había llevado la profesión de su padre, también cirujano rural, donde había contraído matrimonio con María Aragón; que era la segunda de seis hermanos, uno de los cuales, Juan Antonio, de oficio sangrador, fue el abuelo de Eusebio Santa Coloma, el padre del futuro general Federico Santa Coloma, gobernador militar que sería de Málaga y de Gerona; que había nacido en el pueblo de Valdecolmenas de Abajo; que había contraído matrimonio con Félix Sotoca Hidalgo, natural de Cuenca, quien ejercía en ese momento como cirujano del tribunal de la Santa Inquisición; y que unos años después, en 1821, cuando se realiza el nuevo padrón vecinal en  la capital de la diócesis, se declaraba viuda, de sesenta y un años de edad,  de estado pobre, y que vivía sola con una hija de once años.

¿De qué manera puede vincularse a esta Ángela Santa Coloma con su descendencia cubana? El asunto me pareció tan interesante para seguir avanzando en el conocimiento de esta familia conquense, que a partir de ese momento, inicie con mi interlocutor una cierta relación, a través siempre del correo electrónico, cuyas conclusiones presento en este momento a los lectores. Habíamos dejado a Ángela Santa Coloma en Cuenca, viviendo sola en la parroquia de Santa María con una de sus hijas, sin duda la más pequeña, Victoriana, que en realidad había nacido en 1808, y, según su propia declaración, era de estado pobre. Pero Victoriana no había sido la única hija que había tenido el matrimonio formado por Félix Sotoca y Ángela Santa Coloma, pues antes de ello habían nacido también cinco hijos más: Benigno (1794), Gregorio (1800), María Isidra (1802), Eladia (1804) y Bonifacio Antonio (1806). Todos ellos habían nacido ya en la capital conquense, y al menos dos de ellos, Gregorio y Antonio, eran también cirujanos; en el Archivo Histórico Nacional se conservan los expedientes de ingreso de Benigno y de Gregorio Sotoca Hidalgo de Santa Coloma en el Real colegio de Cirugía y de Medicina de San Carlos, de Madrid, que incluyen las respectivas partidas de bautismo y la información de limpieza de sangre, que era obligatoria para su ingreso en dicha institución. Ángela, por otra parte, fallecería en la capital conquense, en 1833.

En este momento, es en María Isidra en quien debemos prestar toda nuestra atención. Como decimos, había nacido en Cuenca en 1802, y fue bautizada al día siguiente en la parroquia de San Miguel, a la que la familia estaba vinculada por razones de domicilio. En mi investigación anterior sobre la familia le perdí la vista. Sin embargo, y aunque desconocemos los motivos que le movieron a ello, ahora la encontramos en Madrid, en la década de los años treinta del siglo XIX, donde contrajo matrimonio, en 1837, con un abogado cubano, Ramón Francisco Valdés, que había llegado a la península poco tiempo antes. Y es precisamente este matrimonio, que tuvo tres hijos, la vinculación de la familia Santa Coloma con la isla del Caribe, a la que poco tiempo después, hacia 1840, regresaría el matrimonio, donde llegaría a culminar una brillante carrera dedicada al derecho y a la política. Para entonces, habían nacido ya dos hijos del matrimonio: María Dolores, en  Madrid el 8 de julio de 1838, siendo bautizada el día 20 de ese mismo mes en la parroquia de San Sebastián, en Atocha, y Ramón Joaquín, del que desconocemos la fecha exacta de su nacimiento, y que es el vínculo directo de la familia con mi interlocutor. Ya asentados en La Habana, nacería también un tercer hijo del matrimonio, Emilio Valdés Sotoca, el 14 de abril de 1842. En el Archivo Histórico Nacional de Madrid también se conserva el expediente personal como delineante en la Dirección de Administración Local de Cuba.

Y llegados a este punto del relato, algo más es lo que debemos decir sobre la personalidad de este Ramón Francisco Valdés, que por casualidad o por amor se vinculó a la familia conquense Santa Coloma, llevando el apellido a esta isla caribeña. Éste había nacido en La Habana en 1810 -era, por lo tanto, ocho años más joven que su esposa-, donde estudió en el Real Seminario de San Carlos, y antes de cumplir la edad reglamentaria para ello, pues sólo tenía entonces quince años, se graduó en la Real y Pontificia Universidad de San Jerónimo de la capital cubana, donde también se doctoró en Leyes, y de donde sería más tarde profesor, llegando a ocupar diferentes cátedras. Hacia 1835, poco antes de su traslado a la península, trabajó como redactor en el “Diario de Gobierno”, y desempeñó diversos cargos en la Sociedad Económica de Amigos del País de su ciudad natal. Fue en 1836 cuando se trasladó a Madrid, en cuyos círculos de poder pudo integrarse, perteneciendo además a diversas organizaciones políticas. En ese momento llegó a ser propuesto como diputado a Cortes, aunque finalmente no pudo ser elegido, motivo por el que quizá, desengañado de su actividad política en la capital del país, regresó a Cuba, hacia el año 1840. Con el matrimonio también regresó una de las hermanas de Isidra, Eladia Santa Coloma, quien estaba casada con el arquitecto Gervasio Palacio, con el que tuvo, que se sepa, un único hijo, José Joaquín Palacio Sotoca, quien a su vez contrajo matrimonio con la hija mayor del matrimonio Valdés-Sotoca, María Dolores.

La familia permaneció en La Habana hasta 1845, cuando Ramón Francisco, siempre acompañado de su esposa, María Isidra Sotoca Santa Coloma, y sus tres hijos, se trasladó a la ciudad de México, donde fue secretario del gobierno y magistrado de la Corte Suprema, alcanzando un gran prestigio en el plano jurídico. En el año 1854 había sido elegido cónsul general de México en Estados Unidos. Sin embargo, el estallido, en el estado de Guerrero, de la revolución de Ayutla, que llevó consigo el exilio del dictador Antonio López de Santa Anna, frustraría su nombramiento. Muy probablemente, ese hecho provocó su definitivo regreso a su ciudad natal, donde colaboró con publicaciones como “Cuba Literaria” y “La Experiencia” y donde fue también director del Ateneo Cubano. En 1856 sus “Elementos de declamación” fueron premiados con medalla de oro por el Liceo de La Habana. En 1858, por Real Decreto, fue nombrado caballero de la orden de Carlos III Falleció en la capital cubana en 1866, cuando sólo contaba cincuenta y seis años de edad.

Ramón Francisco Valdés publicó diversas obras de jurisprudencia: “Examen crítico-filosófico sobre algunos puntos de jurisprudencia española” (1839),  “Aforismos de jurisprudencia criminal española” (1843), “Diccionario de jurisprudencia criminal mexicana” (1850), “Tratado sobre los derechos de los hijos naturales” (1851), “Manual del criminalista” (1855), “Proyecto de una sociedad anónima para la formación del Liceo de La Habana” (1857), “Instituta criminal teórico-práctica” (1859), “Diccionario de legislación y jurisprudencia criminal” (1859), y “Manual del procurador” (1862). También es autor de un “Compendio de la historia antigua de la isla de Cuba”, compuesto en forma de diálogo, para su estudio en las escuelas, y en el campo de la biografía, “Noticia biográfica del Sr. D. Juan Ignacio Rendón y Dorsuna, del Consejo de S. M., su ministro honorario de la Real Audiencia de la Isla de Cuba”, publicado en Madrid, en 1839, y también editó las obras completas del médico cubano Tomás Romay, considerado el primer higienista cubano, e iniciador de la ciencia médica en la isla. Finalmente, en el campo de la literatura, es también autor de diversos dramas teatrales, escritos algunos de ellos en verso: “El doncel” (1838), “Cora” (1839), “Ginebra” (1839), “Leonor o el pirata” (1841), “Doña Sol” (1852), “Enrico” (1856) y “Querer más de la cuenta” (1865). En 1858 se le había prohibido la representación de su drama “Ivanhoe o la judía”.

Como ya se ha dicho, Ramón Francisco Valdés falleció en La Habana en 1866. Cuatro años antes, en 1862, había fallecido su esposa, María Isidra Sotoca Santa Coloma, seis años después, por otra parte, de que lo hubiera hecho su hermana, Eladia. Su estirpe había logrado que este apellido conquense hubiera cruzado el Océano Atlántico, a partir de los tres hijos que tuvo el matrimonio: María Dolores (Madrid, 1838 – La Habana, 1892), Ramón Joaquín (Madrid, 1839 o 1840 – La Habana, 1890) y Emilio (La Habana, 1842 – La Habana, 1904). Y no debemos olvidar, tampoco, la contribución a la causa que había tenido también Eladia, a partir del hijo que ella había tenido con Gervasio Palacio. Viuda  de éste, y aunque en alguna genealogía en internet he visto modificado su nombre como Eulalia, erróneamente, Eladia Sotoca Hidalgo Santa Coloma daría un paso en el ennoblecimiento del apellido, al contraer matrimonio por segunda vez, en 1853, con Ambrosio María Rendón Sarmiento y Zuazo, hijo de la primera marquesa de Rendón, María de las Nieves Zuazo y Rodríguez de Medina – la reina Isabel II le había otorgado el título en 1843, y algunos años más tarde, en 1869, le sucedería en el cargo- y de Juan Ignacio Rendón Sarmiento de Dorsuna, el abogado venezolano, al que Ramón Francisco Valdés le había dedicado una biografía. Éste último había nacido en Cumaná, en el estado de Sucre, ciudad en la que habían vivido todos sus Antepasados desde que la segunda mitad del siglo XVI, cuando se estableció en ella el capitán Garci Pérez Rendón Sarmiento, quien había nacido en Jerez de la Frontera (Cádiz), y era descendiente, a su vez, de  Garci Pérez Rendón de Burgos, caballero de la banda y héroe de la batalla de Algeciras en 1291. No obstante, Eladia fallecería, como se ha dicho, poco tiempo después, antes de que se esposo hubiera heredado el título de marqués, y sin haber llegado a tener descendencia de este segundo matrimonio.










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