“Salamanca, 10 de noviembre de 1812
Como tuve el honor de advertir a Vuestra Excelencia,
por mi carta día 3 anterior, el rey salió de Madrid el 4, con su guardia. Ese
mismo día, Su Majestad estableció su cuartel general en Guadarrama; la
caballería del ejército del sur ocupó San Antonio de las Navas y Villacastín;
parte de la infantería llegó a Espinar y Venta de San Rafael; la otra parte
permaneció en Guadarrama y Galapagar.
Durante la noche del 4 al 5, el duque de
Dalmacia informó al rey que el general Hill continuaba su retirada, y que
parecía dirigirse a Arévalo, donde se dijo que debía reunirse con Lord
Wellington. El rey no tenía noticias seguras del ejército de Portugal; sin
embargo, toda la información que habíamos podido obtener mostraba que este
ejército había llegado a la margen derecha del Duero, que el enemigo había destruido
todos los puentes, y que Lord Wellington anunció que tenía la intención de
dejar una parte de su ejército para observar el de Portugal, y para reunirse
con el resto del general Hill en Arévalo, para luchar contra el ejército del
sur. Su Majestad juzgó que, para no comprometer nada, debía llamar al ejército
del centro, que se había quedado en Madrid. En la mañana del día 5, por lo
tanto, dirigió al conde de Erlon la orden de que abandonara de inmediato Madrid,
y se trasladara lo antes posible a Villacastín, desde donde seguiría la
dirección tomada por el ejército.
El día 5, el rey salió de su cuartel
general en Villacastín; este mismo día, habiendo llegado nuestra caballería
sobre la Boltaya, vio en la margen derecha de este río la caballería enemiga,
que cubría la marcha de su infantería. El duque de Dalmacia apresuró la marcha
de su infantería, y reunió algunas divisiones en Lahajas; los demás se dejaron
en los alrededores de Villacastín. La caballería siguió los movimientos del
enemigo, que tomó la dirección de Peñaranda y no la de Arévalo. Nuestra
caballería ocupó los puestos en Villanueva de Gámez (de Ávila), Blascosancho y
Sanchidrián.
El día 6, el rey trasladó su cuartel
general a Arévalo, y todo el ejército tomó esta dirección.
El día 7, Su Majestad permaneció en
Arévalo; se envió un reconocimiento, que se comunicó con el ejército de
Portugal, que llegó a Medina del Campo. Las divisiones del ejército del sur,
que aún estaban en la retaguardia, continuaron su marcha sobre Arévalo. El
general conde Souham, comandante en jefe del ejército de Portugal, informó al
rey que Lord Wellington se dirigía a Salamanca con cuatro divisiones de su
ejército y el ejército español, comandado por Castaños.
El día 8, Su Majestad se hospedó en
Arévalo; las tropas del ejército del sur, que aún estaban en la retaguardia,
continuaron su marcha, y el ejército del centro llegó a Villacastín; ese mismo
día, el duque de Dalmacia llevó su caballería a Peñaranda, y algunas divisiones
de infantería llegaron a Flores de Ávila.
El día 9, el rey trasladó su cuartel
general a Flores de Ávila, el ejército central avanzó hacia Fontíveros, el de
Portugal avanzó hacia Villoria, Babilafuente y Huerta; la caballería del
ejército del sur avanzó hacia Alba de Tormes, y la infantería llegó a Flores de
Ávila y Peñaranda.
Hoy 10, el rey llegó a Peñaranda, donde Su
Majestad estableció su cuartel general; el general conde de Erlon prosiguió su
movimiento para venir a instalarse en Macotera y alrededores; el ejército de
Portugal completa sus movimientos sobre Babilafuente. El duque de Dalmacia fue
a Alba de Tormes con su caballería y parte de su infantería. Alba de Tormes
parece estar ocupada. El duque de Dalmacia disparó 1.500 cañonazos contra este
puesto, sin poder desalojar al enemigo. El general Conde Souham ha hecho constar
que lord Wellington ocupa el puesto de San Cristóbal, frente a Salamanca.
Durante esta marcha, recogimos unos
cientos de prisioneros y algunas equipajes.
Firmado: Jourdan.
Dimos a conocer en el “Moniteur” del 11 de
diciembre la carta escrita al Ministro de Guerra por el Jefe de Estado Mayor,
fechado en Salamanca; completa el relato de la marcha y los éxitos de los
ejércitos franceses en España, unidos bajo las órdenes del rey, más allá de
Tormes; y de la retirada del ejército inglés. bajo las órdenes del marqués de
Wellington, hasta Portugal.”
Como
ya se ha venido diciendo, y como hace
constar también el propio periódico, en la observación a pie de página que
también hemos traducido, este tercer despacho oficial del jefe del Estado Mayor
de José I, el general Jean-Baptiste Jourdan, y junto con los otros dos
despachos, transcritos en las dos entradas anteriores, se completa el relato de
los movimientos realizados por los ejércitos imperiales en España, desde la
salida de Valencia. Se trata, ya lo hemos dicho, de un movimiento de repliegue,
que permitió a las tropas francesas la reconquista de la capital española,
Madrid. Sin embargo, y quizá como medida de precaución, los invasores no
quisieron detenerse en la ciudad del Manzanares, a pesar de que había sido
tomada sin ningún tipo de oposición, y prefirieron perseguir hacia el norte a
las tropas aliadas angloespañolas. Así, esa tercera carta, dirigida, como las
otras dos, al ministro de la Guerra de Francia, relata los movimientos
realizados por el ejército del monarca intruso, el hermano de Napoleón, entre
los días 5 y 10 de noviembre de 1812, por las provincias de Ávila, Salamanca, y
el sur de Valladolid.
Como
en los casos anteriores, quiero resaltar también a algunos de los protagonistas
de estos hechos, especialmente, de aquellos que son citados por primera vez en
este último despacho, Francisco Javier Castaños en el lado de los españoles, y
Souham en el de los franceses. Poco es lo que podemos decir de Joseph Souham,
uno de los generales de los ejércitos napoleónicos más veteranos, que había
nacido en Lubersac, una localidad del centro de Francia, en la región de la
Nueva Aquitania, en 1760. En 1793, durante la Campaña de Flandes, ya había
ascendido a general de división, y al año siguiente, durante una baja por
enfermedad de su superior, tuvo que hacerse cargo del Ejército del Norte,
logrando vencer a las tropas combinadas de Gran Bretaña, Hannover y el imperio
en la batalla de Tourcoing. En 1804 se le acusó de haber participado en el
complot contrarrevolucionario que había dirigido Georges Cadoudal, aunque en
1807, y por falta de pruebas, fue restituido a su cargo. Al principio de la
guerra en España se mantuvo en el frente catalán, destacando en la batalla de
Vich, pero en 1812 sustituyó al mariscal Auguste Marmont al frente del ejército
francés en el norte de España, cuando éste fue herido en la batalla de
Salamanca. En 1813 recibió instrucciones para abandonar la península y regresar
a Francia, haciéndose cargo de la primera división del tercer cuerpo del
ejército.
Respecto
al general Francisco Javier Castaños, como es sabido, se trata de uno de los
generales más valiosos del ejército español. Nacido en Madrid en 1758, ingresó
en el ejército a una edad muy temprana, obteniendo incluso el grado de capitán
cuando sólo tenía diez años, en atención a los méritos contraídos por su padre,
lo que le permitió estudiar en el Seminario de Nobles, como militar de corta
edad. Ascendido a coronel graduado cuando tenía poco más de treinta años,
participó en la Guerra de la Convención, logrando el ascenso a brigadier en
1794. En 1808, al comenzar la Guerra de la Independencia, obtuvo de la Junta
Suprema de Sevilla el encargo de organizar el ejército de Andalucía. Su
victoria, al frente de dicho ejército, en la batalla de Bailén, catapultó su
fama entre las tropas aliadas, a pesar de algunas importantes derrotas sufridas
en los meses sucesivos. En 1810 fue presidente del nuevo Consejo de Regencia de
España e Indias, y en 1812, el mismo año en el que se escribieron los tres
despachos transcritos, mandaba el sexto ejército español, que estaba encuadrado
en el ejército de Wellington y tenía su cuartel general en Quintanilla Vivar,
en la provincia de Burgos. Después de la guerra, fil a la política conservadora
realizada por Fernando VII durante esta etapa, fue nombrado Capitán General de
Cataluña, iniciando la invasión del Rosellón en agosto de 1815, durante la
Séptima Coalición de las potencias aliadas contra Napoleón.
Finalmente,
no quiero terminar esta entrada sin hacer una pequeña referencia a Wellington,
que es citado en algún ocasión, en este tercer despacho, como marqués, y no el
título nobiliario con el que fue más conocido este brillante militar británico,
de origen irlandés; tanto, que muy pocas veces es llamado con su nombre de
pila: Arthur Wellesley. Fue el rey Jorge III de Inglaterra quien le otorgó
sucesivamente los títulos de barón de Duero, en 1809, marqués y conde de
Wellington, entre 1812 y 1814, y marqués de Duero, en 1814, títulos que se
vinieron a añadir a los que ya disfrutaba en las Islas Británicas: vizconde de
Wellesley, y barón y conde de Mornington. Por lo tanto, es muy propio que en el
documento se le cite de esta forma, como marqués, y no como conde, que no
obtendría hasta dos años más tarde.