jueves, 14 de diciembre de 2017

El obispo Antonio Palafox y el Parador de las Escuelas


Antonio Palafox fue el último obispo ilustrado de la diócesis de Cuenca (1800-1802). Había nacido el 10 de junio de 1740 en Madrid, y era hijo de Joaquín de Palafox y Rebolledo, almirante de Aragón y marqués de Ariza. Después de haber estudiado en Valencia y en Roma, regresó a España en 1761, y en el mes de diciembre de 1762 era nombrado arcediano de Cuenca, ciudad en la que permanecería, más allá de algunas visitas a su ciudad natal, hasta el momento de su muerte. En Cuenca se destacó como un prelado ilustrado, verdadero impulsor de la Sociedad Conquense de Amigos del País, y fundador, en el edificio que había sido sede de la casa de la moneda, de una fábrica textil de cierta importancia, adscrito a la Real Fábrica de los Cinco Gremios de Madrid, en la que pudo impulsar temporalmente una industria que había sido floreciente en la ciudad sobre todo durante el siglo XVI, pero que en aquellos momentos se encontraba en crisis. Fundó también, para la educación infantil, sendas escuelas, de niños y de niñas, que llevaba su nombre, y que funcionaron como tales hasta bien entrado el siglo XX.

En el año 1800 fue nombrado obispo de la ciudad, y durante el escaso tiempo en el que permaneció al frente de la diócesis, se destacó como un consumado urbanista. Modificó el trazado callejero de la ciudad desde la entrada a ésta por su parte occidental, en la Puerta de Huete o de Madrid, hasta la Plaza Mayor, transformando así el conjunto de callejas estrechas y mal ventiladas que había antes, en un acceso cómodo, al menos para la época, que conforman las actuales calles Palafox, San Juan, Andrés de Cabrera y Alfonso VIII. Sin embargo, su temprana muerte, acaecida en 1802, imposibilitó que pudiera transformar también la no demasiado espaciosa Plaza Mayor en una plaza mucho más amplia, proyecto que contaba con el derribo de las dos manzanas de casas que se encuentran a un lado y otro de la calle Clavel, de manera que de esta forma se podía encontrar en una misma plaza el ayuntamiento, la catedral y el palacio episcopal.


Precisamente se encuentra entre los fondos del Archivo Histórico Provincial de Cuenca el contrato de compra, por parte del obispo Palafox, de una casa junto a la puerta de Huete, casa que serviría en parte para la construcción de un importante edificio, cuyas rentas servirían para sufragar los gastos derivados del funcionamiento de sus propias escuelas[1]. El contrato, firmado el 8 de julio de 1801, fue firmado ante la escribanía del notario Pablo Román Ramírez, y en él figuraba como entidad vendedora el propio ayuntamiento de la ciudad, representado para la ocasión por su corregidor, José Miret, que era además consejero de Su Majestad y alcalde mayor del crimen de la chancillería de Granada, acompañado además por otros miembros del concejo municipal: los regidores Ignacio Rodríguez de Fonseca y Santiago Antelo y Coronel; Pedro de la Cuba y Avellaneda y Manuel González de Santa Cruz, diputados del común; Diego Antonio de Valdeolivas, procurador síndico personero; y el contador de propios, José Antonio Ramírez.

Los motivos de la venta de la casa, y de otros bienes municipales, tenían que ver con la necesidad en la que se encontraba en ese momento el ayuntamiento para recaudar fondos con los que contribuir a un impuesto especial con el que Carlos IV había gravado a todas las ciudades del reino. Dice así el documento: Que por Real Decreto de seis de noviembre de mil setecientos noventa y nueve, inserto en Real Cédula de doze del mismo, mandó Su Magestad repartir trescientos millones de reales por vía de subsidio entre los pueblos del Reyno con proporción a sus riquezas y según el método que dictare el zelo, luzes y acreditada experiencia del Consejo, dejando a los mismos pueblos la facultad de buscar arbitrios, que sin ser gravosos a los pobres, produjeran la suma referida, para cuyos efectos reformó instrucción, que se comunicó a los intendentes del reyno en primero de febrero de mil ochocientos, de que se remitió a esta capital copia, con nota de haverle cavido a esta provincia tres millones setezientos onze mil, trescientos doce reales y treinta y dos maravedíes, para cuyo pago dispuso el ayuntamiento proponer varios arbitrios al supremo Consejo, como lo hizo en el celebrado en diez y nueve de noviembre de dicho año de ochocientos, de haber de imponerse arbitrio sobre el vino, carne, aceyte, jabón y otros géneros, y vender la Casa Quartel de milicias, y otras dos situadas en esta población, pertenecientes a sus propios, tituladas de la Matrona y Casa Nueba de la Nevería, y la dehesa de la Solana, que también le Pertenece, y remitido a la aprobación del Consejo, mandó la exacción temporal del arbitrio que se refiere y venta, y de las dos últimas citadas casas y dehesa de la Solana, según se expresa en el oficio que pasó a la ciudad el caballero intendente de esta provincia, que para que conste y documente la superior licencia para la enagenación de estas fincas se entrega testimonio que ha de insertar en esta esscritura.”

El documento inserta también la autorización real para proceder a  los nuevos impuestos municipales, así como también a la venta de los tres edificios, y también la de la dehesa en cuestión. Dicha autorización había llegado el 3 de febrero de 1801, remitida a la ciudad por Bartolomé de la Dehesa, contador general de propios y arbitrios del reino. Y como primer paso para proceder a la venta, se tasaron las dos casas aludidas, la de la Matrona y la de la Nevería, por parte del maestro mayor de obras de la ciudad, en la cantidad de 7.600 reales y 7.800 reales respectivamente. Puestos ambos bienes inmediatamente a subasta a la baja, la casa de la Nevería fue rematada en la cantidad de 5.210 reales en la persona del arquitecto iniestense Mateo López, aunque el interesado afirmó desde un primer momento que actuaba a nombre del propio obispo de Cuenca, Antonio Palafox. No sabemos qué es lo que pudo pasar con la otra casa que debía enajenarse, la de la Matrona, que sería sin duda vendida a alguna otra persona interesada en ella.

En el documento también aparece documentada la certificación de haberse producido el pago de los poco más de cinco mil reales por parte del propio Mateo López, en representación del prelado, certificación que estaba firmada por José Cantero, tesorero de rentas reales de la provincia conquense. Por este motivo se procedía a hacer escritura de la venta de la casa, la cual, y según está pormenorizado en el documento, se halla libre de toda carga y gravamen, que no la tiene por haberse levantado de nueva planta y construido a cuenta de los caudales públicos quando hizo la citada obra de calle, y como tal se la vende en precio y quantía…” Y continúa el documento: “Da y otroga carta de pago y finiquito en forma con las fuerzas y firmezas en derecho necesarias, confesando la entrega y renunciación de su prueba y demás del caso. Y declara que el precio justo de esta venta son los referidos cinco mil doscientos diez reales de vellón, que no vale más ni hubo quien más diese en el remate público celebrado de ella, y si algo más vale o pudiese valer en adelante, en poco o mucha suma le hacen a su Ylustrísima gracia, cesión y donación buena, para mera perfecta irrevocable que el derecho llama intervivos, cerca de lo qual renuncia la ley y reglas del ordenamiento real fecho en Cortes de Alcalá de Henares, que trata de las cosas que se compran o venden por más o menos de la mitad del justiprecio, y de los quatro años que prefine para poder pedir rescisión o suplemento de esta venta, y de ella no usara en manera alguna, de cuyo remedio renuncia para que no le valga. Y desde oy día de la fecha en adelante, perpetuamente y para siempre jamás, se desiste, quita y aparta esta ciudad del derecho de posesión, título, voz y recurso que dicha casa tenía, y todo lo cede, renuncia y traspasa en el referido Ylustrísimo Señor Don Antonio de Palafox y Croy, obispo de ella, para que sea suya, habida y adquirida por su dinero justo y dicho título de compra.”


La situación de la casa es bastante clarificadora: “En el camino y calle nuebamente construida de vajada  de San Juan al combento de la Trinidad, y alinda a saliente con corral accesorio a las casas principales del mayorazgo que goza el Excelentísimo Señor Marqués de Hariza y Estepa, que habitó su Ylustrísima y ahora su familia, y por las demás partes la citada calle, con todas sus entradas y salidas, usos y costumbres, derechos y servidumbres quantos oy día y en adelante le pertenecieren.” El edificio en cuestión, por lo tanto, no es otro que el todavía conocido como Edificio Palafox, y hasta hace no mucho tiempo también Parador de las Escuelas, sede actual del Conservatorio de Música, y que a lo largo de la historia ha sido sede de diversos centros educativos, entre ellos, y sobre todo, el único instituto con el que contaba la ciudad hasta los años cuarenta del siglo pasado. Un edificio conformado en su origen, en realidad, por las dos casas, la casa familiar que había sido propiedad con anterioridad del propio prelado y la nuevamente adquirida por éste, la llamada Casa Nueva de la Nevería. Sobre ambas casas se construiría el nuevo edificio, cuyas rentas servirían, como ya se ha dicho, para sufragar los gastos de las dos escuelas que habían sido fundadas por el obispo ilustrado. La participación de Mateo López como intermediario en la compraventa, así como la relación existente entre el eclesiástico y el arquitecto, miembros ambos de la Sociedad Conquense de Amigos del País, hace pesar en su participación activa en el proyecto y la construcción del nuevo edificio.



[1] Archivo Histórico Provincial de Cuenca. Sección notarial. P-1573, fols. 456-459v.

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