Como complemento a la entrada de la semana anterior, sobre es uso de las nuevas tecnologías para el estudio, la docencia y la difusión de la investigación histórica, en esta vamos a intentar explicar cuáles son los diferentes tipos de fuentes más clásicos a los que el historiador se puede remitir cualquier tipo de investigación en el pasado histórico. Y es que, a menudo, pensamos que los únicos tipos de fuentes válidos son los que nos proporcionan los archivos, esto es, las fuentes documentales propiamente dichas. Sin embargo, cualquier dato puede resultar interesante, a la hora de intentar acercarnos a cualquier tema relacionado con el pasado, y sólo el propio tema elegido, será lo que haga que el historiador pueda elegir entre un tipo de fuentes u otro. Porque, además de las propias fuentes documentales (prensa y libros, además de los propios documentos de archivo), hay también otros tipos de fuentes: fuentes orales (conversaciones y entrevistas mantenidas con los protagonistas del hecho estudiado, o con personas que lo han vivido), fuentes sonoras (grabaciones en diferentes sistemas de reproducción), fuentes gráficas (mapas y planos, dibujos y grabados, fotografías, películas,...) fuentes materiales (construcciones y obras de arte), e incluso fuentes humanas (los restos humanos que pueden ser estudiados en cualquier excavación arqueológica).
Es cierto que algunos de estos tipos de fuentes, si no todos ellos, pueden resultar un tanto problemáticos, a la hora de proceder a su interpretación por parte del historiador. En efecto, aunque esto es algo que normalmente se le suele achacar sobre todo a determinados tipos de fuentes, como las fuentes orales, por la facilidad que puede existir para la tergiversación o la falta de objetividad, necesaria en cualquier estudio científico (y la historia, hay que tenerlo en cuenta, sigue siendo una ciencia, aunque humana), el problema afecta también al resto de fuentes historiográficas. ¿No es cierto que detrás de un documento de archivo, casi siempre, existen ciertos intereses de la persona o de la institución que lo ha creado?
Lo importante, a la hora de iniciar cualquier investigación histórica, es intentar elegir bien las fuentes que vamos a utilizar y, sobre todo, utilizar el mayor número de éstas, de manera que se puedan minimizar así este tipo de problemas. Es decir, todas y cada una de las fuentes empleadas en nuestra investigación deberán ser corroboradas a su vez por otro tipo de fuentes. Sólo de esta forma estaremos seguros de que nos estamos acercando a la verdad.
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