Los últimos
avances técnicos pueden resultar efectivos también para las cofradías de Semana
Santa, por más que se siga pensando por mucha agente que estas son un tipo de
instituciones ancladas demasiado en el pasado. Este es el caso de la impresión
digital en tres dimensiones, cuyo empleo puede facilitar la reproducción, y
sobre todo la conservación, de su importante patrimonio monumental, y
principalmente de su patrimonio escultórico. No se trata, o no sólo, de hacer reproducciones
más o menos baratas de sus pasos procesionales; desde luego, mucho más baratas
que si hubiera que encargar nuevas tallas a los escultores e imagineros,
favoreciendo de esta forma a hermandades más pobres, de reciente creación y sin
recursos. Se trata, sobre todo, de permitir la conservación en los archivos de
las cofradías, de copias exactas de ese patrimonio, de tal forma que se pueda
garantizar de cara al futuro la conservación de ese patrimonio, sean cuales
sean las vicisitudes que pudieran sufrir las tallas originales. La hermandad de
la Santa Cena de Cuenca se ha dado cuenta de ello, y se halla sumida en la
actualidad en un proceso de digitalización de sus tallas. Todo comenzó el año
pasado gracias a una simple casualidad.
Todo empezó hace ya dos años y
medio. Entre los meses de julio y noviembre del año 2016, se desarrolló en la
catedral de Cuenca, lugar donde tiene su sede canónica la hermandad, la
exposición “La Poética de la Libertad”, del arquitecto, escultor e instalador
chino Ai Weiwei. Durante esos días visitó la exposición, y por la tanto también
la catedral conquense, la artista argentina Victoria Colmegna, quien, con el
galerista norteamericano Paul Soto, se hallaba preparando su nueva exposición
“Broken Ego”, exposición que se iba a llevar a cabo en una galería de arte de
Los Ángeles (Estados Unidos). En la exposición, la artista quería mostrar, a
través de sus obras, los diferentes sentimientos que a menudo abaten a los
hombres, y entre ellos, la ira. Y en la catedral conquense, la contemplación
del rostro de Judas, quizá la talla más expresiva de cuantas componen el paso,
le llamó la atención, como reflejo de todos esos sentimientos contrastados, y
quiso de alguna manera, llevarlo a la exposición, que finalmente se celebró en
la sala de exposiciones de la calle Park View de Los Ángeles, entre los meses
de noviembre de 2017 y enero del año siguiente.
Sin
embargo, los altos costes del seguro que debían suscribir la hermandad o la
propia artista, imposibilitaron el traslado de la talla a una ciudad tan lejana,
a la orilla del océano Pacífico. Se llegó de esta forma a tomar una decisión
salomónica: la hermandad concedería permiso para que la artista pudiera
realizar, a sus expensas, una reproducción digital en tres dimensiones de la
talla conquense de Judas Iscariote. De esta forma, una empresa dedicada a este
tipo de trabajos pasó en el interior del templo catedralicio el tiempo
necesario para tomar la información oportuna, que permitiera la digitalización
detallada de la escultura, con sus medidas y proporciones exactas. Y una vez
digitalizada, la imagen se pudo imprimir en tres dimensiones, y también con los
detalles exactos de su policromía, y fue esa imagen digitalizada la que pudo
ser expuesta en la galería de aquella ciudad californiana durante todo el
tiempo que permaneció abierta la exposición de Victoria Colmegna.
Pero
los trabajos no terminaron con la digitalización de esta talla de Judas
Iscariote. Por el contrario, una vez realizado este trabajo, y ahora a cargo de
la propia hermandad, se procedió a realizar lo mismo con la imagen central del
paso, la de Cristo. Cuenta así la hermandad, por ahora, con las imágenes
digitalizadas de las dos tallas más representativas de la hermandad: una, la de
Jesús, por lo que representa para todos los cristianos, y especialmente para
los hermanos de la Santa Cena ; la otra, la de Judas, como reflejo de esas
tensiones internas del alma humana, en su lucha entre el bien y el mal. Las mismas tensiones que debían combatir entre
sí en el corazón del propio Judas en las horas que siguieron a la detención y
pseudo-proceso del propio Jesucristo, que desembocarían en su crucifixión y
muerte en la cruz; las que terminarían, finalmente, por llevarle a él hasta los
pies de la higuera en la que, según una tradición posterior, no contemplada en
ninguno de los cuatro evangelios canónicos, terminaría por quitarse la vida.
Y
además, la hermandad ha decidido también poner a la venta entre los hermanos las
reproducciones íntegras de ambas tallas, reproducciones exactas a escala, por
cuanto son el resultado de ambas digitalizaciones. De esta manera, la cofradía
podrá recuperar una parte del dinero invertido en el proceso, además de poner
en las manos de los hermanos que lo deseen las imágenes de su más íntima
devoción. Es de desear que en los años venideros, la hermandad pueda seguir
digitalizando las imágenes de todos los demás apóstoles. De esta forma, contará
la cofradía con un patrimonio que podrá ser conservado en el futuro, a pesar de
las vicisitudes que produce el paso del tiempo en la escultura procesional.