Hace ya algún tiempo que escribí, en este mismo blog, una entrada la locura que significó, en el marco de la colonización del Nuevo Mundo, la búsqueda del reino mítico de El Dorado, aquella supuesta civilización perdida en los confines del río Amazonas, en la que abundaba el oro (ver “Juan López de Ayala y la locura de El Dorado”, 29 de diciembre de 2018). Hablaba en ella de aquella expedición, que había sido enviada a la intrincada serva amazónica por el virrey conquense, Andrés Hurtado de Mendoza, con el fin de encontrar el supuesto reino dorado. La expedición estaba comandada por un capitán demasiado bisoño e inexperto, el navarro Pedro de Ursúa, y desde un primer momento se rebeló una empresa difícil para un capitán de estas condiciones. De todos es sabido cómo terminó aquella expedición, sobre todo a partir de la famosa novela de Ramón J. Sender, “La aventura equinoccial de Lope de Aguirre”, 1964, aunque ésta estaba precedida de otro relato anterior, menos conocido, el titulado “El camino de El Dorado”, del venezolano Arturo Uslar Pietri) y de las diferentes películas que han tratado el tema, principalmente “Aguirre o la cólera de Dios”, del alemán Werner Herzog, y “El Dorado”, de Carlos Saura.
La relación que Cuenca mantiene con la famosa expedición va más allá de la personalidad del virrey que la envío. En la entrada citada ya aludía a los orígenes conquenses de uno de los expedicionarios, Juan López de Ayala, quien fue, además, uno de los expedicionarios que acompañaron al propio Lope de Aguirre en su levantamiento contra los jefes de la expedición. Así lo manifiesta el propio Lope de Aguirre, en el escrito que, desde Borbuata, en la actual Venezuela, remitió al propio Felipe II, declarándose enemigo suyo e independiente de España, quien, además de mencionarlo, como a otros de sus compañeros de rebelión, declaraba su origen conquense. Nada más es lo que, a día de hoy,
conocemos de nuestro paisano. Sin embargo, a raíz de aquella entrada, este
verano he recibido un correo electrónico desde la ciudad de Guacarí, en
Colombia, que ha proporcionado alguna pista sobre su biografía. En el escrito,
Juan David Jara, que así se llama el remitente, me informaba que su ciudad, situada
en el centro del departamento colombiano del Valle del Cauca, había sido
fundada en 1570 por cierto López de Ayala, y me solicitaba mayor información
sobre dicho personaje, del que es muy poco lo que se conoce, también, en su
ciudad de origen. En efecto, una pequeña investigación en intenet, me ha corroborado
la fundación de esa ciudad colombiana, algunos años después de la desastrosa
expedición de Lope de Aguirre. Así, entrada correspondiente a esta ciudad
colombiana de la Wikipedia, se haced una ligera mención a las condiciones en
las que se produjo su fundación a partir de una encomienda de tierra que le fue
entregada a Juan López de Ayala en el valle del Cauca, el 20 de noviembre de
1570, y a la que el encomendero denominó San Bautista de Guacarí. Por otra
parte, en una página sobre archivos de España y de Iberoamérica, propiedad del
Ministerio de Cultura y deporte de España, y al hablar en concreto del Archivo
de la Alcaldía Municipal de Guacarí, podemos leer lo siguiente al respecto:
“El capitán Juan López Ayala, construyó la
primera Iglesia bajo el Patronato de San Juan Bautista, Santo de su nombre y
fundó el pueblo que llamó "San Juan Bautista de Guacarí", siendo
encomendero de los indios guacaríes en el año de 1570. La palabra Guacarí,
según las lenguas aborígenes, se deriva de las palabras del dialecto Caribe
""Gua"" y ""Cari"" que traducen ‘Laguna
de los Caribes"" y se afirma que esta laguna es la del Chircal la
cual se encuentra en la llanura de Sonso a orillas del río Cauca. Jorge Robledo
y Pedro Cieza de León, se refieren a la excelente actividad textil desarrollada
por las tribus que habitaban esta parte del valle geográfico del río Cauca y
corroboran esta actividad, la cantidad abundante de volantes de huso
encontrados. Fabricaban mantas y tejidos favorecidos por la presencia de
algodón, otro cultivo de gran importancia en esta región. Según Edison Escobar,
experto en guaquería, esta región estuvo poblada desde muchos siglos antes de
la llegada de los españoles, dada la cantidad de tumbas y abundantes vestigios
encontrados en ellas (cráneos, esqueletos, etc.). La riqueza ecológica fue
fundamental para el desarrollo de la vida humana, animal y vegetal, la
presencia de caudalosos ríos como el Cauca, el Zabaletas, Guabas, Sonso y La
Chamba, que mantenían una gran parte del área inundada, originaban ciénagas y
lagunas, como El Chircal, Videles y El Conchal. Esto constituyó una importante
despensa alimenticia, al proporcionar abundante pesca y caza. Cronistas e
historiadores coinciden en las versiones de que el canibalismo entre estas
tribus era una práctica extendida a todos los indígenas de la región. En el
Valle geográfico del río Cauca, el sector plano del municipio de Guacarí se
caracteriza por la existencia de importantes yacimientos arqueológicos,
pertenecientes a sociedades que ocuparon este medio ambiente durante el período
prehispánico. Las investigaciones arqueológicas realizadas entre 1981 y 1994,
en los corregimientos de Guabas, Cananguá y Guacas han permitido conocer
importantes aspectos socioeconómicos y religiosos de la "Sociedad Cacical
de Guabas”, variante meridional de la denominada "Cultura Quimbaya Tardío
de Guabas", que existió entre 700 y 1400 después de Cristo aproximadamente.
Según la comisión arqueológica del INCIVA que efectuó excavaciones en el año de
1981, es probable que las "Culturas de Guabas y Cananguá" eran de
filiación caribe, derivadas de una cultura más amplia conocida por los
arqueólogos como Sonso temprano, que existió en los siglos VI, XII y XIII D.C.
Los creadores del "Cacicazgo de Guabas" representaron magistralmente
la figura humana en cerámica. La máxima estilización del rostro humano y de
animales fue transmitida por medio de figuras geométricas, en la decoración de
los volantes de huso. Las formas cerámicas típicas son cuencos, platos, copas
de base alta, ollas y cántaros de variados tamaños, en los que aparecen
estilizaciones de rostros humanos en los cuellos. Los objetos de metal se
caracterizaron por su sencillez. Hay narigueras circulares, en forma de clavos
retorcidos, brazaletes, pectorales circulares planos con decoración en relieve
y cuentas de collar confeccionados en tumbaga (aleación de cobre y oro). En
huesos de animales (venado, saino, perro, aves) elaboraron instrumentos
musicales (flautas), agujas y collares de uso generalizado entre la población.”
¿Qué posibilidades hay de que estemos hablando de una misma persona? Quizá sería mejor ha cernos la pregunta de otro modo: ¿Qué posibilidades reales hay de que existan dos personas con el mismo nombre, en una misma región del nuevo mundo, que entonces empezaba a poblarse con europeos, y en un plazo de sólo nueve años? Pero en ese caso, no cabe duda de que el conquense vería perdonada su traición en los años siguientes a la sublevación, hasta el punto de que sólo nueve años más tarde, las autoridades del virreinato le considerarían merecedor de una encomienda de indios, que con el tiempo daría lugar, ya en 1864, a la nueva ciudad de Guacarí. Hay que tener en cuenta, en este sentido, lo que ya escribí en la entrada aludida: “Muchos de los expedicionarios, entre ellos el propio Aguirre, eran criminales, que buscaban en el viaje el perdón a su condena. ¿Sería López de Ayala uno de ellos? Sin embargo, hay que decir en descargo de ellos, que aquellos hombres no eran traidores de por sí. La personalidad de Lope de Aguirre, así como el terror que en ellos inspiraba la selva y un seguro castigo posterior, si eran capturados por las tropas del virrey, se había apoderado de todos ellos. Y aunque al principio el tirano había conseguido muchos partidarios, el gran número de muertes que Aguirre había provocado, incluso entre sus propios hombres, muchas de ellas innecesarias, pesó demasiado en la balanza de aquellos corazones oscuros. Algunos de ellos lograron huir de su cólera y pasarse al campo del Rey, pero los que eran capturados por el rebelde, eran seguidamente asesinados por varios negros que estaba en el servicio de Aguirre.”
De todos es sabido cómo terminó aquella
expedición. En la entrada de la Wikipedia sobre Lope de Aguirre, podemos leer
también lo siguiente: “El 29 de agosto de 1561, abandonó la isla de
Margarita con rumbo a Borburata, en tierra firme, donde su abierta rebelión
contra la monarquía española cambió de curso. Borburata fue víctima también del
saqueo de Aguirre y sus marañones. En su intento de tomar Venezuela ocupó Nueva
Valencia del Rey, provocando la huida de los vecinos llenos de pánico a los
montes mientras que otros se refugiaron en las islas del lago Tacarigua. El
conquistador Juan Rodríguez Suárez le sale al encuentro con cuatro soldados más
para emboscarlos y terminar con los insurrectos, pero los indios que le seguían
los pasos los cercan y después de tres días de lucha, dan muerte a Rodríguez
Suárez y a sus acompañantes. Atravesando la serranía de Nirgua, Aguirre cayó
sobre Barquisimeto. Alertadas por Pedro Alonso Galeas, un desertor de la
expedición, tropas españolas acantonadas en Mérida, Trujillo y El Tocuyo bajo
el mando del maestre de campo Diego García de Paredes y Hernando Cerrada Marín
se dirigen a Barquisimeto para detenerlo y ajusticiarlo. Aguirre
desesperadamente llegó a matar a puñaladas a su propia hija, Elvira, hecho que
justificó diciendo: "Porque alguien a quien quiero tanto no debería llegar
a acostarse con personas ruines". También asesinó a varios de sus
seguidores que intentaron capturarlo. Finalmente, el 26 de octubre de 1561 dos
de los marañones le apuntaron con sus arcabuces; uno de ellos disparó, pero
solo consiguió rozarlo, causando la mofa de Aguirre. El otro marañón sí acertó,
matándolo en el acto. Saltó luego sobre él un soldado, llamado Custodio
Hernández, y por orden de García de Paredes le cortó la cabeza, y sacándola de
los cabellos, que los tenía largos, se fue con ella a ofrecerla al maestre de
campo, pretendiendo ganar indulgencias con él. Su cuerpo fue descuartizado y
sus restos fueron comidos por los perros con la excepción de su cabeza, que fue
enjaulada y expuesta como escarmiento en El Tocuyo; sus manos mutiladas fueron
llevadas a Trujillo y Valencia. En un juicio de residencia post mortem
realizado en El Tocuyo fue declarado culpable del delito de lesa majestad. En
Mérida y El Tocuyo varios de sus marañones fueron llevados a juicio, declarados
culpables de los crímenes cometidos y sentenciados a muerte por
descuartizamiento.”
¿Sería el propio Juan López de Ayala uno
de aquellos antiguos marañones de Lope de Aguirre, anónimos, que se rebeló
contra el traidor, volviendo así a la obediencia del rey de España? En el
estado actual de los conocimientos no podemos saberlo, pero sin duda, de ser
cierto, sería uno de los marañones perdonados por el virrey, siendo susceptible
de poder recibir, nueve años más tarde, la encomienda en el valle del río
Cauca. Y por lo que respecta a la propia ciudad de Guacarí, en la actualidad
tiene una población, a fecha del año 20158, de 43.789 habitantes, de los que
algo más de treinta mil residen en su núcleo urbano, mientras que los restantes
se encuentran diseminados por la zona rural que rodea a la ciudad.
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