Poco es lo que se conoce de la provincia de Cuenca
en los siglos anteriores a la dominación romana. Gracias a la arqueología
sabemos que ya en el Neolítico aparecieron nuestros primeros antepasados.
Posteriormente, en la Edad de Hierro, que entronca ya con la etapa histórica,
aparecen en la península los pueblos prerromanos. Según los autores clásicos,
dos son las comunidades que habitaron en nuestra provincia en los siglos
anteriores a la romanización: los tusones, de origen ibero, y los olcades, de
origen celta.
Sería aproximadamente
entre los siglos VIII y VI a.C. cuando un pueblo celta, proveniente de la
región de los Volvos, en Bélgica, cruzó los Pirineos y penetró en la península
Ibérica. Desde allí, y después de unirse a los beribraces, pueblo también de
origen celta afincado en Cataluña (según otros autores este pueblo ya habitaba
entonces la provincia de Cuenca), llegaron a lo que actualmente es nuestra
serranía, habitada por los lusones. Aunque primeramente se asentaron en esa
zona de la sierra, se extendieron más tarde por las comarcas manchega y
alcarrea de nuestra provincia. Eran los olcades.
EVOLUCIÓN HISTÓRICA
Poco se sabe de los
olcades en los primeros siglos de permanencia en la actual provincia de
Cuenca, hasta la destrucción de su capital, llamada según los diversos autores
Althea, Althaia, Alzaia o Cartala. Sólo se conoce con seguridad que durante
todos esos siglos, los olcades lucharon contra algunas de las tribus vecinas:
oretanos, carpetanos y vacceos.
En el año 221 a.C., Togo, un esclavo lusitano,
asesinó a Asdrúbal, general en jefe de las tropas cartaginesas establecidas en
Hispania. A Asdrúbal le sucedió Aníbal, jefe de la caballería, joven general de
la familia de los Barca, como su antecesor. Sólo tenía 25 años cuando accedió
al poder, y era nieto de Amílcar, caudillo de las tropas que cruzaron el mar
algunos años antes. Su padre le había obligado a jurar odio eterno a
los romanos cuando aún era un niño, y lo primero que hizo al ser elegido,
después de ejecutar al asesino de Asdrúbal, fue completar la dominación de las
tribus hispanas que estaban más nominal que realmente bajo los cartagineses.
Uno de los primeros pueblos en caer fue el de los olcades, cuya capital fue
incendiada y saqueada, siendo obligados sus habitantes a pagar tributos a
Cartago.
Poco tiempo después, los desterrados de los olcades,
que no habían aceptado pagar los tributos impuestos, unidos a los fugitivos de
Helmántike (Salamanca), ciudad también saqueada por los cartagineses, sublevaron
a los carpetanos cuando Aníbal volvía a luchar contra los vacceos, y
perturbaron la marcha de su ejército. En un primer momento Aníbal rehusó
luchar. Pero con las sombras de la noche sus tropas cruzaron el Tajo y al darse cuenta las tropas aliadas de la estratagema
del general cartaginés, emprendieron su persecución. Cuando éstas estaban
asimismo cruzando el Tajo, los soldados de Aníbal volvieron sobre sus pasos y
derrotaron a sus enemigos, que no podían defenderse.
Lo
cierto es que uno de los principales objetivos de Aníbal al comenzar estas
campañas era el reclutamiento de tropas para futuras expediciones contra los
romanos. La aparición de monedas cartaginesas en la provincia de Cuenca
demuestra la presencia de guerreros olcades como soldados mercenarios junto a
las tropas de Aníbal en el cerco de Sagunto, que duró casi un año, y en la Segunda
Guerra Púnica. Y después de intervenir en las campañas de Aníbal en Italia,
los vemos cruzando el Mediterráneo, hacia África, donde sirvieron como
guarnición en Cartago.
A
partir de este momento, los olcades se funden con los pelendones, los lusones, élos
arevacos y los celtíberos, y adquieren hasta la romanización definitiva el
lenguaje y la forma de vida de estos últimos.
COSTUMBRES Y ECOCOMÍA
Uno de los aspectos más documentados es la forma de vestir de los hombres y mujeres prerromanos. Los hombres usaban una especie de pantalón corto pegado al cuerpo y ceñido por un cinturón con hebilla, y una túnica corta de cuero, sujetada en el hombro izquierdo por una fíbula, generalmente de bronce. A la altura del cuello, un pasador hacía la misma función que los modernos gemelos. La ornamentación del traje podía completarse con un botón de bronce a la altura del pecho. Por otra parte, el vestido femenino lo configuraba un traje largo, que podía ser subido o con el hombro izquierdo al descubierto. Podía ir ajustado al cuerpo, y cuando se utilizaba la fíbula, ésta se prendía en el hombro derecho.
Su economía estaba basada en la agricultura y en
la ganadería. Pero a partir aproximadamente del año 400 adquiere importancia
el comercio con las tribus iberas de Levante y del sudeste peninsular. Gracias
a este comercio llegaron hasta aquí cerámicas no sólo iberas, sino también
griegas, etruscas, fenicias, y hasta egipcias.
RELIGIóN Y RITOS FUNERARIOS
Poco se sabe también de
los cultos religiosos de los olcades. Varios son los dioses que fueron
adorados por los pueblos prerromanos, aunque muchas veces los nombres de éstos
que nos han llegado no se refieren a dioses distintos, sino a diferentes
nombres para un mismo dios. Lo cierto es que sabemos de la existencia en nuestra
provincia de sacrificios de animales a Netón, dios de la guerra, paralelo al
marte de los romanos. Y se sabe por diversos autores clásicos del ofrecimiento
de sacrificios colectivos por los habitantes de Segóbriga.
Los olcades, cuando morían, eran incinerados.
Esto quiere decir que su cuerpo era entregado al fuego antes que a la tierra.
En estos incineramientos están atestiguadas las ofrendas de carne a los dioses,
porque junto a los restos humanos quemados, aparecen sin quemar huesos de
animales, especialmente de cabras y ovejas. En estos ritos funerarios existe la
presencia también de diversos animales sagrados, como el carnero y la
serpiente. Así, en la necrópolis de
Reillo apareció la imagen de un carnero,
con el lomo decorado con tres serpientes, que se cree que pueda ser un
morillo con fines rituales. No es extraño, pues la serpiente es
un animal que en muchas religiones arcaicas simboliza tanto la fecundidad como
la muerte. También eran sagrados para los celtas (y los olcades, como hemos
visto, eran de origen celta) el caballo, símbolo de los difuntos, y la rueda
radiada, símbolo de la vida de ultratumba.
¿DóNDE ESTUVO ALTHEA?
La ignorancia es completa cuando
se trata de responder a esta pregunta. Los autores de época romana no ofrecen
ningún dato que pueda considerarse como definitivo, y los historiadores
modernos no se ponen de acuerdo al contestarla. Algunos de ellos dan como
posible localización a Cuenca y Albarracín (Teruel). Pero en Cuenca no han
aparecido restos que puedan ser identificados con la capital de los olcades,
y, por lo que respecta a Albarracín, es más probable que su término municipal
hubiera pertenecido a la tribu de los lobetanos, no a la de los olcades.
Por otra parte, varios son los
lugares donde han sido hallados restos de las etapas anteriores a la
romanización, y que pudieron pertenecer al período que nos atañe. Hay poblados
en los términos municipales de Reillo, Barchín del Hoyo, Valeria y Segóbriga, y
necrópolis en diversos lugares, entre las que destaca la de las Madrigueras, en
Carrascosa del Campo. ¿Sería alguno de estos lugares la ciudad perdida? De
Valeria se sabe que bajo la ciudad romana hubo antes otra ciudad. Quizá su
mismo nombre, Valeria, pueda ser muy significativo. Las otras dos ciudades
romanas de nuestra provincia, Segóbriga y Ercávica, mantuvieron su nombre
ibero cuando pasaron al dominio romano. Por el contrario, Valeria tiene ya un
nombre romano, quizás debido a que la ciudad como tal no existió desde su
primera destrucción hasta que volviera a ser levantada por los romanos, íprecisamente
en un período de tiempo en el que los olcades se unieron a los celtiberos. De
Barchín del Hoyo se sabe que su período de vida abarcó desde el siglo IV a.C.
hasta finales del siglo III,
coincidiendo aproximadamente su destrucción con la de Althea, y que fue
arrasada por Aníbal antes de sus campañas en Italia.
De cualquier forma, quizá ya nunca se conozca la
posible localización de la ciudad de los olcades. Porque eso... también ha
pasado a la leyenda.
Gaceta Conquense, del 19 al 25 de
septiembre de 1987