El Real Monasterio de Santa María de Huelgas, en Burgos
Para un conquense, la visita a la ciudad de Burgos es, quizá, como hacer un viaje en la búsqueda de su propia identidad. Más allá de que las dos ciudades forman parte de esa vieja Castilla, de esa única Castilla, por más que la política moderna la haya troceado en diferentes comunidades, Burgos y Cuenca, Cuenca y Burgos, tienen demasiados aspectos históricos en común, que hacen que el hermanamiento entre los dos sea más íntimo que con otras ciudades castellanas. Un primer paseo por sus calles ya nos lo hace sentir, cuando nos adentramos en su Plaza Mayor y contemplamos la broncínea escultura que representa a Carlos III, el monarca ilustrado, obra del desconocido escultor murciano Alfonso Giraldo Bergaz. Y es que este escultor era hijo del más desconocido todavía Manuel Bergaz, del que prometo hablar en alguna otra entrada, del que artistas coetáneos afirmaron que había nacido en Cuenca en la primera mitad del siglo XVIII. De la mano de Jaime Bort, abandonó la capital conquense pa...