Hace algunos meses, saltó a la prensa
generalista una noticia que parecía que iba a cambiar, de algún modo, la
historia del imperio romano, o al menos, de una parte de esa historia:
“Descubierto un nuevo emperador romano, Esponciano, gracias al descubrimiento
de cuatro monedas de oro”. El supuesto emperador habría sido proclamado como
tal en la provincia de la Dacia, en el año 260, y las monedas habían sido
descubiertas hacia el año 1713 en Transilvania, aunque desde entonces, habían
permanecido en algún sótano olvidado de la Galería de Arte Hunterian, en
Glasgow (Escocia), hasta que alguien se había dignado a estudiarlas con
detenimiento. ¿Hasta qué punto, este supuesto emperador desconocido,
Esponciano, es digno de figurar en las listas de los principales mandatarios
del imperio romano? ¿Fue de verdad emperador o, como mucho, uno de esos
aspirantes a emperador, que intentó usurpar el trono en algún momento de la
historia de Roma, y que sólo llegó a ser aclamado, durante unos pocos días, por
una parte de sus tropas?
Muy pronto, algunos medios más
especializados -y yo me hice eco de esos medios, en la sección de este blog
dedicada a las noticias históricas; ver “¿De dónde salió esta moneda?”, https://www.youtube.com/watch?v=a0NwZxplT0Q-,
enfriaron la noticia con una realidad mucho menos renovadora de la
historiografía: las cuatro monedas eran una sola -las otras tres estaban a
nombre de otro emperador ya conocido por los historiadores, Filipo el Árabe-, y
ésta contenía en la leyenda una gran cantidad de faltas de ortografía, que,
unidas a la mala calidad de la impronta de sus caras, demostraba que la moneda
era, si no una falsificación realizada en pleno siglo XVIII, como antes se
pensaba, en todo caso una simple imitación realizada por alguno de los pueblos
bárbaros que en el siglo III tenían contacto con el imperio romano. En todo
caso, el tal Esponciano, de haber existido, no sería un verdadero emperador
romano, sino un reyezuelo de alguno de esos pueblos bárbaros.
Éste es un claro ejemplo de lo que
últimamente está sucediendo con una parte de la prensa sensacionalista: se
toman algunas noticias sesgadas de
diferentes revistas científicas, o pseudocientíficas -algunas veces, incluso,
se las inventan-, y se lanzan a los medios con titulares ostentosos, con el fin
de asegurarse la atención de los lectores. Después, cuando se lee el artículo
con cierto detenimiento, uno se da cuenta de que el redactor respectivo ha
exagerado la noticia, o se ha malinterpretado el descubrimiento, o si, incluso
se ha manipulado, sin haberse dignado a contrastarla, como hubiera sido su
obligación. Algo parecido ha sucedido estos días, con la noticia de que en el
transcurso de las excavaciones de la ciudad de Pompeya habían sido descubiertas
trece figurillas de terracota, que podrían resultar un claro antecedente de
nuestros modernos belenes. A continuación, menciono algunas de esas
referencias, algunas de esas notas de prensa, tal y como han sido publicadas
por algunos de esos medios:
·
”Descubierto un 'Belén' de la antigua
Pompeya en una Domus sepultada bajo la lava del Vesubio”. https://www.abc.es/cultura/descubierto-belen-antigua-pompeya-domus-sepultada-bajo-20231223173824-nt.html.
· “Descubren en Pompeya «el belén» de la
Antigüedad”. https://www.lasprovincias.es/sociedad/descubren-pompeya-belen-antiguedad-20231223181633-nt.html.
· “Nuevo hallazgo en Pompeya: un 'portal de
Belén' pagano”. https://vandal.elespanol.com/noticia/r23932/nuevo-hallazgo-en-pompeya-un-portal-de-belen-pagano.
· “Hallan en Pompeya “el belén” de la
Antigüedad”. https://www.msn.com/es-es/noticias/other/hallan-en-pompeya-el-bel%C3%A9n-de-la-antig%C3%BCedad/ar-AA1lWlKZ.
· “Hallan en Pompeya 13 singulares
figurillas de barro: se usaron en un ritual romano”. https://www.msn.com/es-es/noticias/internacional/hallan-en-pompeya-13-singulares-figurillas-de-barro-se-usaron-en-un-ritual-romano/ar-AA1lUrM7.
¿Hasta qué punto se puede decir, y
quedarse tan tranquilo, que un grupo de figuritas de barro encontradas entre
las ruinas de una ciudad romana, puede ser consideradas como el antecedente más
remoto de una celebración tan asentada en España, incluso en buena parte de
Europa, como es la instalación de belenes para celebrar el nacimiento de Jesús?
No hace falta ser un especialista en historia antigua para saber que ello es
imposible. Pompeya, como es sabido, fue destruida durante la erupción del
Vesubio en el año 79, como otras ciudades que se hallaban también, como ella,
en las faldas del volcán. No sabemos en qué año se produjo realmente la
Crucifixión de Jesucristo, pero si aceptamos, como la mayor parte de los
expertos, que pudo haber sido cuatro años antes del inicio de nuestra era, y
que murió a la edad de treinta y tres años, debemos considerar que el hecho
debió producirse alrededor del año 30, es decir, cincuenta años de la erupción
del volcán. Por otra parte, es cierto que la extensión del Cristianismo por
todo el imperio romano se inició muy pronto, y que ya en el año 64, cuando se
produjo el gran incendio de Roma, éste se hallaba ya bastante asentado en la
capital del imperio, hasta el punto de que el entonces emperador, Nerón, fue
capaz de culpar de la tragedia a la nueva “secta”, tan peligrosa en ese momento
para la aristocracia romana.
La destrucción de Pompeya, por otra
parte, fue total, porque una gruesa capa de lava y de cenizas cubrió toda la
ciudad en muy poco tiempo, impidiendo en ella toda clase de vida. De esta
forma, las ruinas de Pompeya son muy interesantes para los arqueólogos
actuales, porque la erupción convirtió a una de las urbes más populosas del
imperio en una ciudad fosilizada, tal y como se encontraba en el mismo instante
de la erupción del Vesubio. La erupción causó la muerte de muchos ciudadanos
romanos, entre ellos el filósofo Cayo Plinio Segundo, a quien su curiosidad
científica le condujo a acercarse demasiado a los ríos de lava que caían por
las laderas del volcán. Su sobrino, Cayo Plinio Cecilio, describió aquellos
hechos en algunas de sus cartas:
“El 24 de agosto, alrededor de la una
de la tarde, mi madre le llamó la atención a Plinio el Viejo sobre una nube que
tenía un tamaño y una forma muy inusuales. Acababa de tomar el sol y, tras
haberse bañado en agua fría y haber tomado una comida ligera, se había retirado
a su estudio a leer. Ante la noticia, se levantó inmediatamente y salió fuera;
al ver la nube, se dirigió a un montículo desde donde podría tener una mejor
visión de este fenómeno tan poco común. Una nube, procedente de qué montaña no
estaba claro desde aquél lugar (aunque luego se dijo que venía del monte
Vesubio), estaba ascendiendo; de su aspecto no puedo darte una descripción más
exacta que se parecía a un pino, pues se iba acortando con la altura en la
forma de un tronco muy alto, extendiéndose a su través en la copa a modo de
ramas; estaría ocasionada, me imagino, bien por alguna corriente repentina de
viento que la impulsaba hacia arriba pero cuya fuerza decreciera con la altura,
o bien porque la propia nube se presionaba a sí misma debido a su propio peso,
expandiéndola del modo que te he descrito arriba. Parecía ora clara y
brillante, ora oscura y moteada, según estuviera más o menos impregnada de
tierra y ceniza. Este fenómeno le pareció extraordinario a un hombre de la
educación y cultura de mi tío, por lo que decidió acercarse más para poder
examinarlo mejor”.
Dicho esto, está claro, también, el
supuesto belén no pudo llegar allí después de la propia destrucción de la ciudad. Por otra parte, el primer belén
de la historia ha sido atribuido muchas veces a San Francisco, quien ya a
finales del primer cuarto del siglo XIII lo instaló para decorar una misa de
Navidad que el propio santo celebró en una cueva italiana, cerca de su ciudad
de Asís. En todo caso, no existe ninguna referencia histórica de la existencia
de este tipo de instalaciones hasta la Baja Edad Media. Además de todo ello, y
volviendo a la noticia tal y como ha sido presentada por una parte de la prensa
generalista, algunos de los redactores han querido resaltar el hecho de que
Pompeya se encuentre tan cerca de Nápoles, como si éste fuera un término a
tener en cuenta para demostrar aún más la certeza de la noticia, sin tener en
cuenta que los llamados belenes napolitanos, por conocidos y admirados que
sean, no son los primeros belenes de la historia, sino que su momento
culminante se remonta sólo al siglo XVIII.
Entonces, ¿de qué estamos hablando
realmente al referirnos al descubrimiento de esas trece figuritas de terracota
en las ruinas de una casa pompeyana? El registro arqueológico es bastante
clarificador de ello: las trece figuritas fueron descubiertas en una pequeña
habitación, junto al atrium de la Casa de Lena y el Cisne, llamada así
por la escena representada en uno de los hermosos frescos que adornan las
paredes de la domus. Nada de lo que ha sido encontrado en la casa puede
hacernos pensar, como es lógico, que sus dueños fueran cristianos. Por el
contrario, en la casa abundan los frescos y los mosaicos con representaciones
que son propias de algunos mitos muy conocidos de la religión romana. Y, por
otra parte, es sabido, también, que en ese preciso lugar de la domus, entre
la entrada a la casa y el atrium, junto al vestibulum, era el
lugar en el que, en muchas ocasiones, solían colocarse los altares en los que
se veneraban a los lares y a los penates, los dioses del hogar y de los
antepasados, que eran venerados por todos los habitantes de la casa, porque, de
esta forma se fortalecían los lazos familiares y comunitarios de todos los
miembros de la familia.
Así pues, la identificación de estas
estatuillas con estos dioses parece bastante clara, y a ello hacen referencia,
también, algunas de las noticias publicadas, no sin antes haber llamado ya la
atención del lector en titulares, como mínimo, engañosos. A la hora de informar
sobre el descubrimiento, hubiera sido más sencillo y honrado atribuir a estos
dioses del hogar, comúnmente representado en todos los hogares de la antigua
Roma, las trece figurillas de terracota, pero me pregunto si esta manera de
hacer periodismo, más respetuosa con la ontología de la profesión, hubiera
logrado atraer la atención de los lectores de la misma manera que estos
titulares lo han conseguido.