Rafael Riario, obispo de Cuenca. Un eslabón en la lucha por controlar al obispado hispano
En 1523, Carlos V logró el derecho de presentación de los obispos a las sedes vacantes, creándose de esta forma lo que ha venido a llamarse el Real Patronato. Pero no siempre fue así. Durante los primeros tiempos de la Iglesia, y sobre todo hasta el siglo VI, las elecciones episcopales se realizaban principalmente por cada iglesia particular, es decir, por el conjunto formado por el clero diocesano y el resto del pueblo seglar, de manera que, se puede decir, las elecciones eran democráticas. Fue precisamente el aumento del poder que los prelados fueron adquiriendo paulatinamente en el conjunto de las diócesis, lo que provocó que los diferentes soberanos nacionales, empezando por los monarcas merovingios y carolingios en Francia y siguiendo en nuestro país por los visigodos, pretendieran inmiscuirse en el proceso electivo de os obispos, con el fin de poder contralar en todo momento cuáles eran las personas más apropiadas ara el servicio del Estado. Pero en todo momento no fal...