¡Ande, ande, ande,… la Marimorena!
El glorioso imperio que España habla llegado a ser durante los reinados de Carlos I y de Felipe II, comenzó a decaer cuando el hijo de este último, Felipe III, accedió al trono. Las razones de ello hay que buscarlas en la política interior y exterior de España. Los reinados de Felipe IV y de Carlos II, tanto como el del propio Felipe III, fueron un verdadero caos a nivel gubernamental. El poder no estaba en manos de los reyes, sino de los validos, políticos incapaces muchas veces de gobernar, que sólo buscaban su propio beneficio. La corrupción de la aristocracia y de la alta nobleza llegó también al pueblo, y en todas las ciudades, los regidores se veían incapaces de controlar el desorden en el que el país entero había caído. A la muerte de Carlos II, sin descendencia, la nación se quedó sin rey. La degeneración de todas las clases sociales en la España de aquella época ayudó a que fuera la guerra la que decidiera los destinos de España, una guerra en la que las potencias europ...