Antonio Palafox fue el
último obispo ilustrado de la diócesis de Cuenca (1800-1802). Había nacido el
10 de junio de 1740 en Madrid, y era hijo de Joaquín de Palafox y Rebolledo,
almirante de Aragón y marqués de Ariza. Después de haber estudiado en Valencia
y en Roma, regresó a España en 1761, y en el mes de diciembre de 1762 era
nombrado arcediano de Cuenca, ciudad en la que permanecería, más allá de
algunas visitas a su ciudad natal, hasta el momento de su muerte. En Cuenca se
destacó como un prelado ilustrado, verdadero impulsor de la Sociedad Conquense
de Amigos del País, y fundador, en el edificio que había sido sede de la casa
de la moneda, de una fábrica textil de cierta importancia, adscrito a la Real
Fábrica de los Cinco Gremios de Madrid, en la que pudo impulsar temporalmente
una industria que había sido floreciente en la ciudad sobre todo durante el
siglo XVI, pero que en aquellos momentos se encontraba en crisis. Fundó
también, para la educación infantil, sendas escuelas, de niños y de niñas, que
llevaba su nombre, y que funcionaron como tales hasta bien entrado el siglo XX.
En el año 1800 fue
nombrado obispo de la ciudad, y durante el escaso tiempo en el que permaneció
al frente de la diócesis, se destacó como un consumado urbanista. Modificó el
trazado callejero de la ciudad desde la entrada a ésta por su parte occidental,
en la Puerta de Huete o de Madrid, hasta la Plaza Mayor, transformando así el
conjunto de callejas estrechas y mal ventiladas que había antes, en un acceso
cómodo, al menos para la época, que conforman las actuales calles Palafox, San
Juan, Andrés de Cabrera y Alfonso VIII. Sin embargo, su temprana muerte,
acaecida en 1802, imposibilitó que pudiera transformar también la no demasiado
espaciosa Plaza Mayor en una plaza mucho más amplia, proyecto que contaba con
el derribo de las dos manzanas de casas que se encuentran a un lado y otro de
la calle Clavel, de manera que de esta forma se podía encontrar en una misma
plaza el ayuntamiento, la catedral y el palacio episcopal.
Precisamente se encuentra
entre los fondos del Archivo Histórico Provincial de Cuenca el contrato de
compra, por parte del obispo Palafox, de una casa junto a la puerta de Huete,
casa que serviría en parte para la construcción de un importante edificio,
cuyas rentas servirían para sufragar los gastos derivados del funcionamiento de
sus propias escuelas[1]. El contrato, firmado el 8
de julio de 1801, fue firmado ante la escribanía del notario Pablo Román
Ramírez, y en él figuraba como entidad vendedora el propio ayuntamiento de la
ciudad, representado para la ocasión por su corregidor, José Miret, que era
además consejero de Su Majestad y alcalde mayor del crimen de la chancillería
de Granada, acompañado además por otros miembros del concejo municipal: los
regidores Ignacio Rodríguez de Fonseca y Santiago Antelo y Coronel; Pedro de la
Cuba y Avellaneda y Manuel González de Santa Cruz, diputados del común; Diego
Antonio de Valdeolivas, procurador síndico personero; y el contador de propios,
José Antonio Ramírez.
Los motivos de la venta
de la casa, y de otros bienes municipales, tenían que ver con la necesidad en
la que se encontraba en ese momento el ayuntamiento para recaudar fondos con
los que contribuir a un impuesto especial con el que Carlos IV había gravado a
todas las ciudades del reino. Dice así el documento: Que por Real Decreto de seis de noviembre de mil setecientos noventa y
nueve, inserto en Real Cédula de doze del mismo, mandó Su Magestad repartir
trescientos millones de reales por vía de subsidio entre los pueblos del Reyno
con proporción a sus riquezas y según el método que dictare el zelo, luzes y
acreditada experiencia del Consejo, dejando a los mismos pueblos la facultad de
buscar arbitrios, que sin ser gravosos a los pobres, produjeran la suma
referida, para cuyos efectos reformó instrucción, que se comunicó a los
intendentes del reyno en primero de febrero de mil ochocientos, de que se
remitió a esta capital copia, con nota de haverle cavido a esta provincia tres
millones setezientos onze mil, trescientos doce reales y treinta y dos maravedíes,
para cuyo pago dispuso el ayuntamiento proponer varios arbitrios al supremo
Consejo, como lo hizo en el celebrado en diez y nueve de noviembre de dicho año
de ochocientos, de haber de imponerse arbitrio sobre el vino, carne, aceyte,
jabón y otros géneros, y vender la Casa Quartel de milicias, y otras dos
situadas en esta población, pertenecientes a sus propios, tituladas de la
Matrona y Casa Nueba de la Nevería, y la dehesa de la Solana, que también le
Pertenece, y remitido a la aprobación del Consejo, mandó la exacción temporal
del arbitrio que se refiere y venta, y de las dos últimas citadas casas y
dehesa de la Solana, según se expresa en el oficio que pasó a la ciudad el
caballero intendente de esta provincia, que para que conste y documente la
superior licencia para la enagenación de estas fincas se entrega testimonio que
ha de insertar en esta esscritura.”
El documento inserta
también la autorización real para proceder a
los nuevos impuestos municipales, así como también a la venta de los
tres edificios, y también la de la dehesa en cuestión. Dicha autorización había
llegado el 3 de febrero de 1801, remitida a la ciudad por Bartolomé de la
Dehesa, contador general de propios y arbitrios del reino. Y como primer paso
para proceder a la venta, se tasaron las dos casas aludidas, la de la Matrona y
la de la Nevería, por parte del maestro mayor de obras de la ciudad, en la
cantidad de 7.600 reales y 7.800 reales respectivamente. Puestos ambos bienes
inmediatamente a subasta a la baja, la casa de la Nevería fue rematada en la
cantidad de 5.210 reales en la persona del arquitecto iniestense Mateo López,
aunque el interesado afirmó desde un primer momento que actuaba a nombre del
propio obispo de Cuenca, Antonio Palafox. No sabemos qué es lo que pudo pasar
con la otra casa que debía enajenarse, la de la Matrona, que sería sin duda
vendida a alguna otra persona interesada en ella.
En el documento también
aparece documentada la certificación de haberse producido el pago de los poco
más de cinco mil reales por parte del propio Mateo López, en representación del
prelado, certificación que estaba firmada por José Cantero, tesorero de rentas
reales de la provincia conquense. Por este motivo se procedía a hacer escritura
de la venta de la casa, la cual, y según está pormenorizado en el documento, se halla libre de toda carga y gravamen, que
no la tiene por haberse levantado de nueva planta y construido a cuenta de los
caudales públicos quando hizo la citada obra de calle, y como tal se la vende
en precio y quantía…” Y continúa el documento: “Da y otroga carta de pago y finiquito en forma con las fuerzas y
firmezas en derecho necesarias, confesando la entrega y renunciación de su
prueba y demás del caso. Y declara que el precio justo de esta venta son los
referidos cinco mil doscientos diez reales de vellón, que no vale más ni hubo
quien más diese en el remate público celebrado de ella, y si algo más vale o
pudiese valer en adelante, en poco o mucha suma le hacen a su Ylustrísima
gracia, cesión y donación buena, para mera perfecta irrevocable que el derecho
llama intervivos, cerca de lo qual renuncia la ley y reglas del ordenamiento
real fecho en Cortes de Alcalá de Henares, que trata de las cosas que se compran
o venden por más o menos de la mitad del justiprecio, y de los quatro años que
prefine para poder pedir rescisión o suplemento de esta venta, y de ella no
usara en manera alguna, de cuyo remedio renuncia para que no le valga. Y desde
oy día de la fecha en adelante, perpetuamente y para siempre jamás, se desiste,
quita y aparta esta ciudad del derecho de posesión, título, voz y recurso que
dicha casa tenía, y todo lo cede, renuncia y traspasa en el referido
Ylustrísimo Señor Don Antonio de Palafox y Croy, obispo de ella, para que sea
suya, habida y adquirida por su dinero justo y dicho título de compra.”
La situación de la casa
es bastante clarificadora: “En el camino
y calle nuebamente construida de vajada
de San Juan al combento de la Trinidad, y alinda a saliente con corral
accesorio a las casas principales del mayorazgo que goza el Excelentísimo Señor
Marqués de Hariza y Estepa, que habitó su Ylustrísima y ahora su familia, y por
las demás partes la citada calle, con todas sus entradas y salidas, usos y
costumbres, derechos y servidumbres quantos oy día y en adelante le
pertenecieren.” El edificio en cuestión, por lo tanto, no es otro que el
todavía conocido como Edificio Palafox, y hasta hace no mucho tiempo también
Parador de las Escuelas, sede actual del Conservatorio de Música, y que a lo
largo de la historia ha sido sede de diversos centros educativos, entre ellos,
y sobre todo, el único instituto con el que contaba la ciudad hasta los años
cuarenta del siglo pasado. Un edificio conformado en su origen, en realidad,
por las dos casas, la casa familiar que había sido propiedad con anterioridad
del propio prelado y la nuevamente adquirida por éste, la llamada Casa Nueva de
la Nevería. Sobre ambas casas se construiría el nuevo edificio, cuyas rentas
servirían, como ya se ha dicho, para sufragar los gastos de las dos escuelas
que habían sido fundadas por el obispo ilustrado. La participación de Mateo
López como intermediario en la compraventa, así como la relación existente
entre el eclesiástico y el arquitecto, miembros ambos de la Sociedad Conquense
de Amigos del País, hace pesar en su participación activa en el proyecto y la
construcción del nuevo edificio.