Entre los fondos documentales que custodia el Archivo Histórico Provincial de Cuenca, figura una relación de los regidores que conformaban el Ayuntamiento conquense en el año 1801, una relación probablemente incompleta, es cierto, pero que nos da una visión aproximada de la prosopografía de las élites conquenses en un momento en el que se están preparando, en nuestro país y en todo el continente europeo, importantes cambios políticos y sociales, que tendrán como consecuencia la implantación del nuevo régimen democrático, a lo largo de todo el siglo XIX. El origen de este expediente es un escrito que fue remitido por el gobernador del Consejo de Hacienda, José de Godoy, en el que se ordenaba al Ayuntamiento de la capital que todos aquellos regidores que no habían podido demostrar todavía a ver liquidado a la Hacienda pública las cantidades dinerarias correspondientes al ejercicio de su cargo, lo hicieran obligatoriamente en un plazo máximo de diez días. El número de regidores que se mencionan en el escrito es demasiado corto, como para pensar que fueron estos todos los miembros del concejo, pudiendo pensar que habría otros que, por haberlo hecho con anterioridad, no hubieran sido obligados a hacerlo en este momento. El escrito, con el que se inicia el expediente en cuestión, es del tenor siguiente:
“El oficio que
V.S. me pasó con fecha de 10 de corriente, en el que me comunica la orden que
la ha conminado el Excelentísimo Señor Don Josef de Godoy, gobernador del
Consejo de Hacienda, para que si en el término de seis días no presentan a V.S.
los dueños de oficios de regidor de esta ciudad, títulos de pertenencia y
exercicio, que expresa el Real Decreto de 6 de noviembre de 1799, proceda V.S.
inmediatamente a la confiscación de los citados oficios, con lo demás que refiere, le hace notorio a
el Ayuntamiento celebrado por esta ciudad el 11 del que rige, y he dispuesto se
requiera también con el señor conde de Cervera, regidor perpetuo de esta
ciudad, que por enfermedad no asistió, pero con algunos otros regidores que
tienen título, no sirve el regimiento ni residencia de esta ciudad, y varios
oficios están sin uso, por no haber sacado título las personas o familias a
quien pertenecen. Acompaño a esta lista de todos los que tienen título, para
que dispongan la notoriedad a los que residen, y puedan tener observancia de lo
mandado. Y por lo respectivo a los que están sin uso, pueda dar las
providencias que juagare oportunas al mismo intento. Dios guarde a V.S. muchos
años. Cuenca, 16 de abril de 1801, Jose Miret [rúbrica].
Lista de los
señores regidores de esta ciudad que tienen presentado título en ejercicio, con
nota de sus residencias:
Don Juan Nicolás
Álvarez de Toledo, conde de Cervera, residencia en Cuenca.
Don Ramón
Justiniano Villalón y Pozo, residente en Las Pedroñeras.
Don Josef Joaquín
de Sandoval, conde de La Ventosa, residencia en La Ventosa.
Don Josef Queipo
de Llano, vizconde de Matarrosa, residencia en Madrid.
Don Francisco de
Paula Castillo, señor de Hortizuela, residencia en Cuenca.
Don Luis Venancio de
Bexa, residencia en los Sitios [los Reales Sitios].
Don Santiago de
Guzmán y Villoria, residencia en Barcelona.
Dos Josef Antonio
de Perea y Padilla, residencia en Barchín.
Don Francisco del
Castillo y Guzmán, marqués de Valera, residencia en Valencia.
Don Ignacio
Rodríguez de Fonseca, residencia en Cuenca.
Don Santiago
Antelo y Coronel, residencia en Cuenca.”[1]
A partir de este momento,
los respectivos certificados de liquidación se van sucediendo en el expediente,
no sin que los titulares de las regidurías respectivas, en algunos casos,
realizaran algunas alegaciones al respecto. A modo de ejemplo, podemos citar el
caso de uno de esos regidores, quizá el más destacado de todos en el aspecto
social, al menos a nivel nacional, el de José Queipo de Llano. Se trataba, en
realidad, de José Marcelino Queipo de Llano y Bernaldo de Quirós, sexto conde
de Toreno y vizconde de Matarrosa, descendiente de uno de los linajes más
nobiliarios de Asturias, y del que ya hemos hablado con anterioridad en alguna
entrada de este blog. Su vinculación con la capital conquense hay que buscarla
en su matrimonio con María Dominga Ruiz de Saravia, quien, a su vez, descendía
por línea materna de Gaspar Pablo Dávila Enríquez, quien ya había sido también
regidor de Cuenca, ciudad en la que había nacido en 1697, y que mantenía
ciertos intereses económicos y señoriales tanto en Iniesta como en Pozoamargo.
Su hijo sería el famoso José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia, sucesor
suyo en el condado de Toreno y también en el vizcondado de Matarrosa, uno de
los más destacados miembros del futuro régimen liberal, desde su labor
realizada en las Cortes de Cádiz hasta los diferentes ministerios ejercidos por
él en los años siguientes, en una apasionante carrera política que culminó en
1835, con su nombramiento como presidente del Consejo de Ministros. Citamos,
una vez más, la respuesta literal que desde el Consejo se hacía de haber
recibido el importe correspondiente:
“Por carta de pago
del 24 de septiembre próximo pasado, me ha hecho constar don Josef Marcelino
Queipo de Llano, vizconde de Matarrosa, haber satisfecho los mil reales de
vellón, en que se ha graduado el oficio de regidor de esta ciudad, que
pertenece a su mujer, doña Dominga Ruiz, y además, los ochenta reales de la
facultad de nombrar teniente, cuyas gracias le han concedido en virtud de su
solicitud. Bajo de esta inteligencia dispondrá V.S. que inmediatamente se alce
el secuestro competente al mencionado oficio, por orden del 3 de junio del año
de 1800, y se exija al señor vizconde la cantidad que haya procedido hasta la
fecha de la carta de pago, dándose puntual aviso de quedar certificado. Dios
guarde a V.S. muchos años. Madrid, 6 de octubre de 1809.”
La vinculación de ciertos
linajes conquenses con algunas regidurías de derecho, que eran de carácter
hereditario, se remontaban en algunos casos hasta doscientos años antes, y esa
vinculación la podemos encontrar también en alguno de los regidores citados.
Por otra parte, la respuesta de los regidores que conformaban la lista, o de
algunos de ellos, con el correspondiente certificado de haber acudido al pago
de los mil reales en los que estaba tasado el oficio, se fue alargando
demasiado en el tiempo, como hemos podido ver en el caso del propio Queipo de
Llano. El primero de todos ellos en haber acreditado el pago había sido Ramón
Justiniano, el 27 de marzo de 1802, y por su carta de pago podemos saber que el
cargo estaba vinculado a su familia desde el mes de febrero de 1686, cuando
éste había sido concedido a su antepasado, Diego Justiniano de Cabana. Sin
embargo, la mayor parte de los certificados están fechados casi diez años más
tarde.
Así, Juan Nicolás Álvarez
de Toledo, conde de Cervera, y uno de los miembros más importantes, en este
momento, de la nobleza conquense, no lo haría hasta el 29 de septiembre de
1808, y el 19 de agosto del año siguiente lo haría también Luis Venancio de
Bexa. Éste, caballero de la orden de Carlos III y ayuda de cámara de Su
Majestad, Carlos IV, y jefe de su
guardarropa, venía ocupando la regiduría desde 1787, en sustitución de su
padre, Pedro Manuel de Bexa, quien, a su vez, venía ejerciéndolo por derecho de
su matrimonio con Antonia de Villoria, quien era hija de su anterior titular,
Juan Luis de Guzmán y Villoria. Pocos días más tarde, el 6 de octubre de 1809,
lo haría también Ignacio Rodríguez de Fonseca, quien acreditaba haber pagado
mil seiscientos reales, los correspondientes a la regiduría y a cierto
suplemento por la falta de primordial. Éste, oriundo de Villar de Cañas (en
algún documento aparece como originario de Torrubia del Campo), era regidor
desde el año, en sustitución de Antonio Vaquero y Falcón, y en los años
siguientes llegaría a ser uno de los más destacados liberales conquenses, uno
de sus primeros alcaldes constitucionales y, sobre todo, el primer presidente
de la nueva Diputación Provincial.
Mención aparte merece el
caso de Santiago Antelo de Villoria y Coronel, quien también era regidor de la
ciudad sólo desde el año de 1800, en sustitución de Pedro Matías de Villodre.
Miembro de una familia conquense dedicada desde antiguo al estudio del derecho,
cuyos miembros habían regentado desde algún tiempo antes, y seguirían
haciéndolo al menos en las primeras décadas de la centuria decimonónica,
diferentes regidurías, tanto del número de la ciudad como en el tribunal
diocesano, en su caso, y a tenor de la lectura del documento en cuestión, el
título estaba vinculado a su cargo como notario de la Santa Cruzada: “A don
Josef Rochina Maes y Laguna, notario mayor de la Santa Cruzada de esta ciudad,
le hará V.S. entender que si en el preciso término de ocho días no verifica la
presentación del título de ejecución del expresado título, despachado en 6 de
abril de 1634 en favor de Julián Alviz de Laredo, o solicita el de suplemento,
según previene el Real Decreto de 6 de noviembre del año pasado de 1799, se
procederá desde luego a su confiscación, respecto a que ya en la actualidad se
halla secuestrado por mi orden general de 3 de junio de 1800. Dios guarde a
V.M. muchos años. Madad, 7 de noviembre de 1809.”
También es digno de
consideración el caso de Santiago Guzmán de Villoria Villanueva y Pacheco.
Éste, alguacil mayor del tribunal del Santo Oficio de la capital conquense y
caballero de la orden de Carlos III, era militar de profesión, y era titular
del cargo desde 1788, cuando era todavía capitán del regimiento conquense y
había sustituido en el mismo a Manuel de Rojas y Rábago. En el momento en el
que se solicitaba el pago del oficio correspondiente, era ya coronel, y estaba al
cargo de dicho regimiento, el cual se hallaba o acuartelado en la ciudad de
Barcelona. Cuando el Ayuntamiento capitalino recibió la orden de solicitar de
los interesados las respectivas cartas de pago, éste se puso en comunicación
con su padre, Julián Guzmán de Villoria, quien únicamente contestaba al oficio
con el hecho conocido de que su hijo se encontraba en ese momento en la capital
catalana, al mismo tiempo que confirmaba que la relación familiar de sus
antepasados con la regiduría conquense se remontaba al 22 de julio de 1618,
cuando le había sido concedida a don Juan de Hinestrosa y Guzmán, señor de
Villares del Saz y de otras localidades de la provincia de Cuenca. Según Jesús
Moya Pinedo, autor del libro “Corregidores y regidores de Cuenca en los siglos
XV al XIX, a quien hemos intentado seguir a la hora de vincular familiarmente
algunos de los nombres citdos en el documento, este hecho sucedió realmente en
1625, cuando éste lo adquirió por renuncia de su padre, Diego de Hinestrosa y
Guzmán, quien, por otra parte, también figura como tal en otra relación de
regidores, fechando su inicio en el cargo precisamente en ese mismo año 1618.
Al no tener más conocimiento sobre el tema, el propio José Godoy ordenaba que
se produjera el secuestro del oficio, con fecha 3 de abril de 1809.
Poco más es lo que
podemos decir de este documento, uno más de los que nos encontraos entre los
fondos archivísticos del antiguo castillo de la Inquisición. Documentos
curiosos todos ellos, que en muchos casos nos aportan una información, cuando
menos, lateral de nuestro pasado, pero que, examinados en su conjunto, son
piezas del puzle infinito de nuestra historia. Unos eslabones interesantes de
la cadena, piezas solitarias de ese puzle, que en sí mismas parecen poco
importantes, pero que estudiadas en su conjunto ayudan a completar una parcela
importante del mismo, parcela que nunca podría ser completada si faltara
cualquiera de ellas.
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